Jaime Nuñez del Arco| Artista visual
1ra. parada: Los Ángeles
Nos dominaba el miedo de la primera vez. El temor a lo desconocido. Deambulando entre los pasillos de la feria internacional de libros de arte, Printed Matter -la mejor del mundo según los entendidos- entendí que un puñado de publicaciones de artistas ecuatorianos estaba por frentear a los grandes durante cuatro días. Un David y Goliat del arte, ya no peleando en desiertos bíblicos, sino entre las palmeras y playas de California.
Terminal, el emprendimiento editorial que inauguramos inconscientemente los primeros meses de 2019, está dedicado a imprimir publicaciones de artistas de Ecuador. El objetivo es estimular diálogos y cultivar una comunidad a través de fanzines, libros, ediciones limitadas y actividades. Nos interesa la intersección entre prácticas artísticas diaspóricas, visiones alternativas de cultura contemporánea, política y discursos de resistencia.
Nuestro leit motiv nos llevó fuera de las cuatro paredes del estudio. Con libros de pesos pesados locales como Adrián Balseca, María Mercedes Salgado y una curaduría de editoriales amigas como Sociedad Anómica, de Guayaquil, La Mata de Frio Azezino, de Cuenca y Deidayvuelta, de Quito, cumplimos. Nos paramos firmes, hicimos contactos, marcamos camino y, sorprendentemente, vendimos libros. Suficientes como para aventurarnos hacia el otro extremo del mundo.
2da. parada: Barcelona
Cuando aterrizamos en España, teníamos una batalla ganada: el idioma. El español actúa como aglutinante, conector de historias, vivencias, idiosincrasias. Las constantes de nuestra cultura se evidencian a punta de palabra. Con Terminal, llegábamos como pequeños tigres con una raya extra. No éramos reyes de la selva, pero tampoco nos iban a devorar sin haber dado batalla.
Estuvimos presentes durante tres días en la feria ArtsLibris, respetada institución con ediciones en Barcelona, Madrid y Lisboa.
Mi novia y socia, Gabriela Valarezo, viajó con nuestra precaria colección, pero la acompañó una novedad: Mamilas Gustativas.
Este “recetario de memorias femeninas” que conecta de manera emotiva el amor por la comida y la familia, es un pequeño fanzine que demostró ser un gran hit: pasamos de la pequeña mesa de una feria a formar parte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA).
Al final, establecimos redes, ubicamos libros en tiendas y regresamos a casa inspirados pero con la decisión de parar y repensarnos. Duró poco.
3ra. parada: Nueva York
En la ciudad donde todo sucede, sucedió lo que queríamos que suceda. Me disculpan el laberinto de palabras, pero la emoción del momento me juega una buena pasada.
Habíamos llegado a la versión adulta de la feria de Los Ángeles. Los jefes de familia están acá. Desde el primer minuto, la NYC Printed Matter Art Book Fair –su nombre original- es un best seller: un venerado espacio, el museo MOMA PS1; editoriales de todos los continentes; enormes galerías presentando libros de sus artistas de cabecera; fanzineros experimentales con publicaciones impresas en risografía, la técnica de moda, en seis, ocho y diez colores. Un desfile de imágenes, tinta y papel, tan abarrotado y mareante que por un minuto pensé que habían depositado algún alucinógeno en la cerveza artesanal de 8 dólares por vaso que me ofrecieron en el bar.
A estas alturas, luego de girar durante casi un año, el clan de Terminal llegó a Nueva York sintiéndose como en casa. Ayudó nuestra selección de libros: impecables ediciones con tinte –o tinta- social como Mirador, libro de pasta dura y varios cientos de páginas acerca de los procesos de extraccionismo en el oriente ecuatoriano; o Sinverguenza, ensayo fotográfico de Sofía Acosta y Martina Avilés sobre los asiduos a un espacio under de la ciudad de Quito que funciona como club nocturno y casa de acogida.
Añadimos nuevos artistas a este viaje interminable: los fotógrafos Vicente Muñoz y Fabiola Cedillo, diseñadores como Juan Miguel Marín y activistas culturales como Sara Skolnick, más conocida como Dj Riobamba. Muchos de ellos, Ecuatorianos viviendo en la misma NYC. Así alcanzamos también uno de los objetivos de Terminal desde el inicio: superar las fronteras del territorio y encontrar creadores rompiéndola desde diversas partes del mundo.
Resultado final: cuatro días de fiesta, tres lanzamientos y un libro agotado, sold out que le llaman. Como puntos extra, la publicación Art To Make Pancakes To, de este servidor, pasó a formar parte de la colección de la Biblioteca Pública de Nueva York. Nada mal para un pequeño sueño con pocos meses de vida.
Destino final: Guayaquil
Ya en casa, reflexiono sobre nuestra experiencia con Terminal. Emprender asusta. A veces cerramos nuestros ojos y pensamos que no podemos. Que estamos lejos. Que otros son mejores. Nos pasa, y seguirá pasándonos. Y si se trata de emprender desde el arte, multiplica todo por diez. O por mil.
Ha sido un viaje imposible, porque hasta ahora no estamos seguros que todo haya sido realidad. Aún no llegamos al punto en que el proyecto se sostiene economicamente, pero no importa. Lo primero es decidir un camino, treparse al bus y arrancar. Lo demás, seguro nos espera en un destino futuro. CP