Isabel Llaguno: “El arte va más allá del lienzo”

María Elisa Flores Proaño

“No se trata de que a la mayoría del público no le guste la obra joven y a la minoría sí. Lo que sucede es que la mayoría, la masa, no lo entiende (…). A mi juicio, lo característico del arte nuevo, desde el punto de vista sociológico, es que divide al público en estas dos clases de hombres: los que lo entienden y los que no lo entienden” (Ortega y Gasset).

Desde pequeña Isabel se acercó al arte para canalizar su rebeldía, era una niña inquieta que quería plasmar sus emociones en sus dibujos. Estudió la carrera de artes visuales en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (2010) y actualmente cursa el cuarto semestre de una maestría en el programa de MFA Fine Arts de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York.

Isabel nació en Quito (1992) y creció dentro de una familia tradicional quiteña. En la escuela amaba las clases de manualidades y se enganchó con el color y la pintura cuando le dieron sus primeros crayones. Tomó cursos de pintura a temprana edad y aprendió a utilizar los óleos. En el colegio tomó clases de teatro. Cursó sus estudios secundarios en un colegio politécnico de la ciudad de Quito que no le permitió seguir desarrollando sus habilidades artísticas. A los 16 gestionó una propuesta para pintar un mural en su colegio -con las debidas censuras obviamente-. Nunca ha estado conforme con la autoridad de ningún tipo; ni en su escuela, ni en su casa. “Mucho de lo que hago nace de un enojo, de una inconformidad con muchas cosas”, señala Isabel. Ella siempre quiso ser artista pero al venir de una familia tradicional, el arte no era una opción, era un hobby. Enfrentándose a la crítica y desaprobación de su familia decidió entrar a la carrera de artes visuales. Preguntas como: ¿De qué vas a vivir? y ¿En dónde vas a trabajar? empezaron a bombardear sus primeros años de estudio. Isabel sentía -y siente- que tiene que excusarse constantemente con el mundo sobre el porqué de sus estudios.

¿Cómo es Isabel?

En su tiempo libre le gusta cocinar, hornear y hacer postres. Disfruta mucho de la comida y del proceso de prepararla. “Es un tipo de conexión con el arte, un gesto en el que involucras tus sentimientos.” Le gusta mucho estar en su casa, disfrutando de una buena película y una buena comida. No le gusta socializar demasiado, le agobian los lugares con mucha gente y conserva un círculo muy íntimo de amigos con los que se reúne frecuentemente. En Nueva York tiene una vida tranquila en la que dedica las mañanas a sus estudios y las noches a su taller. Una situación que ha marcado su vida y su producción artística es el abuso sexual que sufrió cuando era niña. Empezó a pintar a los 7 años -época en la que fue abusada- como un escape a la realidad. Hace un par de años empezó a utilizar su arte como un medio para canalizar sus emociones y poder hablar de este tema que actualmente ha unido a muchas mujeres en el mundo. “Es algo que hay que hablarlo y que me enoja ya que somos muchas mujeres las que hemos pasado por esto y nos da vergüenza. Me da mucha rabia que las mujeres sientan vergüenza ya que el abusador es quien debería sentir eso y no es así. Ellos están libres por ahí”, dice Isabel. Ella está convencida de que más allá del dolor del abuso lo que realmente duele es la indiferencia de la sociedad.

El mundo del arte actual

Isabel considera que ser artista en Ecuador y ser artista en New York es enfrentarse a los mismos problemas y a las mismas trabas solo que a diferentes escalas -de espacios y presupuestos-. “Siempre habrá competencia entre artistas, a veces leal y muchas veces desleal, como en todo el mundo y en todos los oficios.” Ha vendido un par de obras en Nueva York, sin embargo se da cuenta de que la crisis económica y artística es mundial. Su actual producción incursiona el Video arte, las Instalaciones y el Performance –conocido como arte V.I.P.- como una necesidad de la idea, un arte que es descalificado por la mayoría ya que no se lo entiende y por ende se lo rechaza. “Todo es válido en el mundo del arte, abrir los límites de lo que pensamos que es el arte. Todo evoluciona, el arte también y la forma en la que se hace arte. Hay grupos de artistas tradicionales que descartan este tipo de producción».

Trayectoria

En sus inicios Isabel hacía dibujos de figura humana, pintaba desnudos masculinos cargados de erotismo para salir del tradicional y sobreexplotado desnudo femenino. Con estas obras señalaba que no solo el cuerpo femenino es bello, “deseaba equilibrar la inequidad social que se traduce en violencia de género desde la imagen».

En el 2013 junto a su compañera la Mala Rodríguez crea el colectivo artístico Histeria. A través del video performance (manifestación artística que se basa en imágenes en movimiento y datos de audio) exploran la vida cotidiana y las dinámicas sociales. Estos videos con temática de género reflexionan sobre lo que es considerado arte o talento dentro de nuestro contexto social, así como la cosificación del cuerpo femenino en el espectáculo. Obras como: Freeplay (1), Talento ecuatoriano, Mala Mujer y Me quiero casar, se encuentran disponibles en su canal de Youtube. En junio de 2017 Llaguno ganó el primer premio en La Semana Internacional de Videoarte de Lanzarote en España con su video performance Me quiero casar donde toma la conocida canción infantil del arroz con leche para reivindicar la letra misógina que esconde esta melodía.

En el video Foreplay (1) recoge todos los “piropos de alto calibre” que reciben las mujeres en las calles y los repite en un tono sensual y provocador. Reflexiona sobre lo molesto que es recibir estas groserías en la calle y lo desagradable de la híper sexualización del cuerpo de la mujer en los medios de comunicación. En 2016 realiza la instalación artística (obra que se ejecuta en el espacio de exposición, es transitable por el espectador y éste puede interactuar con ella) con luz de neón y esculturas en yeso llamada El café rojo, un conocido prostíbulo quiteño donde las chicas cuestan $20. La instalación se compone de un letrero de neón que dice Café Rojo y de pequeñas esculturas de mujeres que salen de una taza. La obra representa el mercado del sexo y la mujer como eje central en este espacio. “En esta obra se puede evidenciar el valor económico impuesto al cuerpo de la mujer y los servicios ofertados en esta casa de citas. Un mercado de sexo diseñado exclusivamente para el placer masculino” dice Isabel.

En este mismo año realiza otra instalación llamada PAL, que corresponde a las siglas de Pedro Alonso López también conocido como el monstruo de los Andes. Este hombre confesó el asesinato de más de 315 niñas y jóvenes de Colombia, Ecuador y Perú. La obra se compone de 315 pequeñas esculturas en tiza que representan el número de víctimas del monstruo de los Andes. Estas se encuentran en bolsas suspendidas en la pared y otras regadas en el piso, cada una tiene un olor y color específicos, son olores dulces que empalagan. El sentido del olfato conecta con la memoria. Sobre esta obra Isabel señala: “En estos casos no se da visibilidad a la víctima sino al victimario, de esta manera la gente empieza a naturalizar este tipo de acontecimientos.” En su video Me quiero casar la artista reutiliza estas 315 tizas en conmemoración a las víctimas de Pedro Alonso. Ella desea que no solo se recuerde a las víctimas sino que se reflexiones sobre el porqué de estas víctimas.

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Esta instalación del 2017 se compone de tres elementos. Una reproducción de la máscara del sol de la cultura tolita en color plateado, un soporte de madera con incrustaciones de monedas de un centavo de dólar estadounidenses color cobre y un video. La obra está atravesada por una línea recta de centavos dorados que hace referencia a la línea ecuatorial. A través de estos objetos cargados de contenidos iconográficos se propone una reflexión sobre identidad nacional a través de nuestra economía utilizando la moneda como un objeto contenedor de memoria. Esta es su última producción, una idea que se viene gestando y que sigue en proceso de construcción. “Trata sobre la hegemonía económica, la gran economía estadounidense que nos chupa el alma.” acota la artista. La idea surgió a partir de una reflexión que tuvo cuando estaba comprando choclos con dólares gringos, para ella eso tiene mucho peso, el hecho de comprar nuestros propios productos con una moneda que no nos pertenece. La artista recuerda el proceso de dolarización que vivió el Ecuador a inicios de siglo, lo considera socialmente como una pérdida de identidad ya que en nuestras monedas está nuestra historia. “El dinero no tiene ningún valor, la sociedad le da un valor ficticio basado en la fe. Estas monedas no tienen valor en los Estados Unidos, se está considerando la posibilidad de eliminarlas ya que el costo de producción es incluso mayor al mismo centavo. Allá no tienen valor, acá todavía las recogemos y nos pueden servir para algo. Analizo la relación de esas miserias, nos mandan las que no usan”. Recogió las monedas que iba encontrando en su camino entre Ecuador y Estados Unidos -su actual lugar de residencia-. Las monedas doradas solamente existen en Ecuador, tienen grabado en la parte posterior Quito luz de América, fueron acuñadas solamente en el 2000 y 2013. Recolectó alrededor de 43 dólares en monedas ($20 los cambió en el Banco Central). En el video junto a la obra observamos el proceso de fundición de las monedas con las que realizó la máscara -símbolo del Banco Central transformado en un objeto de poder económico.- Las monedas acuñadas en el 2017 son hechas de zinc, no de cobre, el color rojizo es una pátina de cobre solamente. Al fundir los centavos del 2017 de zinc, la máscara toma el color plateado.

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En sus futuras creaciones artísticas Isabel se seguirá involucrando con la temática de abuso sexual. Este año trabajará en un cómic que seguramente terminará en una instalación. A pesar de seguir incursionando en técnicas más actuales no abandonará las técnicas tradicionales. “Nunca voy a dejar de pintar porque es algo que amo” dice Isabel.

De esta manera terminamos un breve recorrido sobre la obra de esta joven arista emergente llena de sensibilidad y pasión por el arte. El arte V.I.P nos enseña que no todas las obras nos tienen que gustar visualmente, que no todas las obras son decorativas y sirven para llenar espacios. Que si nos produce algún tipo de rechazo debemos cuestionarnos el ¿por qué? El objeto único del arte no es solamente complacer y deleitar la vista con un hermoso paisaje, un retrato o una naturaleza muerta. El arte va más allá, es un objeto de reflexión y análisis que no solo produce deleite estético, sino que evoca sensaciones y emociones. El artista ya no solo crea para la retina del espectador sino para todos sus otros sentidos; para pensar, debatir, reflexionar, refutar y abrir diálogos. El arte más que respuestas nos plantea interrogantes.