Y ya se los he dicho: nada de obras, nada de lengua, ninguna palabra, nada de espíritu, nada. Nada, sólo un hermoso Pesa-nervios.
Antonin Artaud
Después de haber cerrado nuevamente el libro Introducción al pánico1, del poeta guayaquileño Tyrone Maridueña, comprendo en parte el silencio de la crítica y de algunos lectores de poesía, ante un libro de esta calidad. Pues no se trata de un libro de poemas que ha sido elaborado con alguna pretensión estética, ni se trata de un artificio neobarroco —o mejor dicho: que escuda sus falencias bajo esta etiqueta— desperdigando incoherencias y fragmentaciones de un discurso inexistente en todas sus partes. El libro de Tyrone Maridueña es uno de los poemarios más innovadores que se haya escrito en los últimos años en el país. Idea que sostengo por la radicalidad de su propuesta que, en todo su argumento, jamás decae. Y tal como debió sucederle a Antonin Artaud cuando salió al ruedo con su Pesa-nervios, pocos lo han asimilado.
Son tiempos extraños para la lírica. Por un lado, la ambición por canonizar a poetas con discursos que muchas veces son apreciados únicamente por una camada de intelectuales pretenciosos (me refiero a los poetas-críticos que, carentes de una visión personal, cada tres líneas ahuyentan sus complejos empleando muletillas de autores como Derrida, Blanchot, Deleuze y Foucault) persiste en colecciones de libros auspiciados, ahora, por centros académicos. Por otro lado, la fragmentación del discurso, la posibilidad de hallar un libro de poemas que posea la cualidad de la desintegración en sí mismo, nos orilla por momentos a la idea de que enfrentamos un engaño literario (la que, de cualquier modo, es una bonita idea, me refiero, por supuesto, a la del engaño). En todo caso, me parece que en estos tiempos extraños para la lírica, casi nadie se anima a decir: ¿qué poesía sí es poesía, por ejemplo? ¿Y qué poesía es solo un embuste elaborado para alimentar la vanidad en las redes sociales? Entiendo que tampoco se puede exigir mucho en un país donde los poetas se acostumbraron a escribir poesía para otros poetas-críticos2.
Introducción al pánico es, a pesar de su tendencia a la dispersión, una propuesta estética consolidada en la que una comunidad rota, pero contenida bajo el disfraz del nombre «Phardis», expone los horrores de cualquier sociedad y, sobre todo, de aquello que es su núcleo más vital e íntimo: la familia.
«Phardis», que ahora es un manicomio, anteriormente fue un circo, y está conformado por —me animo a sugerir— 197 personas que sobrevivieron en autos, bares y en el cementerio. Pero ¿a qué sobrevivieron? No se especifica. ¿Pero es necesario saberlo?
Organizado por capítulos intencionalmente desorganizados (VI, XX, III, etc.), este poemario agita al lector entre versos largos y breves, párrafos y numerosas notas. Su fragmentación colabora con su tesis porque es en la dispersión de sus líneas donde obtenemos el argumento completo.
Me detengo para analizar dos recursos esenciales de este poemario. Las notas en cursivas empleadas por el autor que son los apuntes del médico de la comunidad donde va detallando las patologías de sus pacientes (los que, de cualquier forma, son un único paciente porque «Phardis» es uno y todos). Y las notas al pie de página que van contándonos la verdadera historia detrás de este poemario coral. Tyrone Maridueña concentra, en las notas al pie de página, toda la voluntad de una voz que parecería por momentos ser únicamente el instante de lucidez de una madre que le habla a su hijo muerto (producto de un matrimonio anterior), por quien perdió la razón y terminó incendiando su casa.
Dice, desde algún lado de este laberinto, la madre: «Somos buenas personas, hijo, no te sorprendas. Dime, ¿hace cuánto que no enciendes un cigarrillo en mi nombre?»
Y responde, desde algún lado de este laberinto, el hijo: «Mamá, ya han pasado varios años, / no es justo para ninguno de los dos. / Phardis comienza a desprenderse de tu útero, madre».
Introducción al pánico es una propuesta, en tiempos extraños para la lírica, de lo que aún la poesía puede ofrecernos: expansión de los significados, libertad para el género, y además, la posibilidad de darle voz a quienes no pueden escribir y sin embargo están haciendo poemas en los márgenes de sus colchones, en los rollos de papel higiénico o en las suelas de sus sandalias, dentro de un sanatorio. Quienes están haciendo poesía sin escribirla. Porque ante una poesía atragantada por el Yo (obsesionada por el Yo), donde siempre hay una voz que se jacta de su podredumbre, aparece otra poesía, como la que habita este libro, donde lo vital regresa al río de esa inapresable verdad encarcelada en los espacios de la mente humana. Donde el porqué de la locura no se resuelve, sino que se convierte en una fuente para la recreación del terror. Y provocar terror en poesía, como sucede en algunas de estas páginas, es tan difícil como provocar la risa auténtica en una novela.
Siendo esta la segunda ocasión en que leo el libro de Tyrone Maridueña (Introducción al pánico ganó el IV Premio Nacional de Poesía Emergente Desembarco en 2016, con un jurado internacional conformado por: Luis Manuel Pérez Boitel, León Félix Batista y Miguel Ildefonso, todos ellos, los jurados, poetas destacados de sus respectivos países), igualmente volví a experimentar aturdimiento, esa constatación de haber ojeado, a través del prisma de la demencia, un abismo de provocaciones.
Notas
1. Introducción al pánico es el primer poemario de Tyrone Maridueña. Este volumen de 65 páginas fue publicado en noviembre de 2016 por Rastro de la Iguana Ediciones.
2. Canon y dominación (otros modos de entender la poesía ecuatoriana en un país sin lectores), Revista Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2016.