Palestina, alegre por mostrar otra imagen con «Omar» en los Óscar

Decepcionados por el resultado pero alegres por las consecuencias, los palestinos amanecieron hoy sin el ansiado Óscar para la película «Omar», de Hady Abu Asad, pero con el regusto de que el mundo haya visto en la ceremonia en Los Ángeles (EE.UU.) una imagen muy distinta de Palestina.

Muchos lamentaban este lunes en las redes sociales que la codiciada estatuilla dorada a la mejor película en lengua no inglesa fuese para la conmovedora «Gran Belleza», del italiano Paolo Sorrentino, la oda a la decadencia romana que batió a la realidad palestina en la 86 edición de los premios por excelencia de la industria cinematográfica.

«Sin Óscar para Palestina», subrayaba esta mañana a Efe con pena Majd, experta en comunicación para Naciones Unidas de 27 años, antes de señalar que no entendía porqué la Academia no optó por premiar el trabajo de Abu-Asad.

«Tener a Omar en los Óscar contribuye a la resistencia y revolución culturales; ¡ya basta de mirar a los palestinos como víctimas! Tenemos historias de éxito, contribuimos al mundo de la literatura, de la ciencia, al desarrollo y al arte», sostuvo.

En su opinión, «una pequeña iniciativa como esta, que parte de cero, es la que debería ganar y no filmes de escandaloso presupuesto».

Críticas aparte, con estatuilla o sin ella, son numerosas las voces que convienen en que esta épica historia sobre las dimensiones del «colaboracionismo» con las tropas israelíes es un éxito.

No solo por los galardones recibidos en diversos festivales, como el renombrado de Cannes, donde fue condecorada en la sección «Un Certain Regard» -que premia a los jóvenes talentos y la innovación- o el reconocimiento a su director en el Festival de Dubai.

Sino también porque se trata de la primer película financiada prácticamente en su totalidad con fondos palestinos, que además ha sido considerada procedente de Palestina, reconocimiento sin precedentes en la historia de la Academia.

Emad Burnat, del pueblo cisjordano de Bilin, compitió en la categoría de mejor película documental con la historia de su lucha y la de su comunidad contra el muro de separación construido por Israel, entonces como obra procedente «de los territorios palestinos».

Y el propio Abu-Asad ya conocía los nervios del aspirante después de que su película «Paradise Now» se disputara la fase final de los Óscar en la misma sección que «Omar», aunque sin llegar a ser finalmente nominada.

Esta vez, Abu-Assad vuelve a acercar la realidad palestina al gran público, aunque en esta ocasión con la impronta de un carácter nacional en todo el film.

Fue rodado en Cisjordania e Israel por personal palestino gracias a una pequeña ayuda del Festival Internacional de Cine de Dubai, y al mecenazgo de la diáspora palestina, con el actor Walid F.Zuaiter a la cabeza

Miembro del elenco de la aclamada «Los hombres que miraban fijamente a las cabras», Zuatier decidió apostar por «Omar» como punta de lanza de su nueva productora independiente, ZBROS LLC.

Así, una obra de bajo presupuesto -apenas 2 millones de dólares- rozó las mieles del éxito en la meca del cine gracias también a la interpretación de cuatro jóvenes talentos: Adam Bakri -en el papel de Omar-, Samer Bisharat-Amjad, Eyad Hourani y Leem Luban.

Sentimientos cotidianos, comunes a cualquier nacionalidad y contexto como la amistad, el amor y la traición mueven a los protagonistas a través de su lucha diaria por sobrellevar los efectos de una ocupación militar, pero también mental, que les limita y condiciona los afectos más humanos.

La continuidad de la vida queda quebrada por las omnipresentes barreras tangibles y las que no lo son; muros físicos y mentales erigidos por las consecuencias de un intrincado y largo conflicto que impacta sobre las acciones y deseos de sus protagonistas.

Sin embargo, y al igual que matizó con anteriores producciones, Abu-Asad insistió que aunque es innegable percibir la denuncia a través de sus obras, el motor que le mueve son los sentimientos y el comportamiento de las personas.

Acercarse, en definitiva, a la esencia de lo humano y mostrar que más allá de las noticias que hablan de pobreza y guerra, hay un pueblo que ama, sufre y respira como todos, y que como todos tiene derecho a hacerlo en libertad.

Y en esta delgada línea entre la política y lo humano queda igualmente atrapado «Omar», ante el muro, tentado de traicionar sus creencias y sentimientos en una lucha por controlar su vida ante un sistema militar impuesto que parece dividir su sociedad desde dentro.