Daniel Rivera
A tres meses de cumplirse diez años de su muerte (el 4 de octubre de 2009), recordamos en varias voces las visitas que la “Negra” hizo al país.
Mercedes Sosa siempre sorprendió en su carrera y hoy lo sigue haciendo. De esto dan cuenta una serie de discos publicados con grabaciones inéditas. Dueña de una de las voces más importantes del continente y del mundo, nació el 9 de julio de 1935 en Tucumán, Argentina. Ahora que se van a cumplir 10 años de su muerte (4 de octubre de 2009), convoqué, como sucedía en sus conciertos, a amigos alrededor de sus recuerdos, y en estas fechas en las que se recuerda su cumpleaños, quise regalar una grabación de un concierto de 1985 y la investigación de archivos de prensa sobre su relación con Ecuador.
Mi abuelo materno, Marco, llegó en 2018 con una caja de casetes a mi casa. Él sabe de mis intereses como melómano e investigador musical y prefirió dármelos antes que tirarlos a la basura.
Entre casetes de varios cantantes apareció uno etiquetado “Mercedes Sosa en Directo Quito 1985”. El concierto se mencionaba en la biografía escrita por Rodolfo Braceli.
Los relatos sobre ese recital en los diarios de ese año toman forma desde la memoria de las personas que asistieron. En 1984 se había realizado con éxito el III Festival de la Nueva Canción en Quito. El clima político era duro, la presidencia de León Febres-Cordero se instauró como un gobierno autoritario, militarizado y, por supuesto, bajo un constante ataque a movimientos sociales.
Según Miguel Mora, “la venida de Mercedes, Inti Illimani y otros artistas latinoamericanos —porque siguieron viniendo a pesar de eso—, se dio en un momento complicado”.
Margarita Laso recuerda el recital:
Ella era tan fuerte. Yo estaba sentada en las sillas pensando que nada pase, que nada cambie esto, que nada altere esto, que era para mí entrañable. Cantaba sus canciones y tenía la fantasía de que ella me iba a oír y a decirme “¡súbete a cantar!”, y que yo iba a caminar sobre las sillas, cogiéndome de los hombritos de las personas para llegar al escenario. Era el enorme deseo de cantar sus canciones. Era una diosa con un potente color de voz.
Miguel Mora recuerda que lo mágico de ese concierto era que el público cantaba a viva voz todos los temas, como una “ovación cantada”:
Eso se escucha en la grabación. Y cuando mirabas a la gente, veías lágrimas, emoción, seguro había muchos exiliados presentes. Lo terrible es lo que sucede adentro y lo que pasaba afuera, porque afuera seguramente tendríamos una buena dotación policial, porque podía ocurrir que salieras desde ahí en manifestación… Te daban todas las ganas de hacerlo. Yo creo que eso fue: no se puede hablar de provocación en la canción, sino de concientización en la canción.
Mercedes, como sucedía en cada una de sus presentaciones, iba ampliando su repertorio: “Íbamos con la ilusión de escuchar las canciones que traía”, recuerdan Pedro Granda y Patricia Rameix del Grupo Quimera.
Margarita Laso secunda: “Tenía este recurso de volver a cantar otro pedazo de la canción, acababa y la empezaba de nuevo, o sea la canción se iba contigo de cualquier manera”.
Así sucedió esa noche de 1985 con Unicornio azul. Por ejemplo, cuando terminó el tema, dijo: “Acá cantamos todos. Los de frente están cantando muy poco, vamos a ver: Mi unicornio azul ayer se me perdió… y puede parecer… acaso una obsesión”.
Ese es uno de los tantos momentos cumbres de ese recital de 1985. Ahora, cuando están por cumplirse diez años de su muerte, comparto fragmentos guardados por años en ese casete que me llegó por casualidad, para quienes quieran saber cómo sonaba Mercedes Sosa en vivo, o volverla a escuchar.