En el Espacio Vazio, un lugar para las artes escénicas en Quito ubicado en el tercer piso del Instituto Superior Tecnológico para el Desarrollo, se presentó la noche del anterior miércoles la obra Maricas Híbridas. El sitio, que más bien parece un galpón, se llenó totalmente de una diversidad de espectadores que acudieron a ver un trabajo multidisciplinario que conjuga la música con la danza, el teatro, el arte drag queen y la fotografía.
Maricas Híbridas es una obra que, desde el inicio, interpela a los asistentes con la palabra y el cuerpo. No hay concesiones con el lenguaje. Un hombre con la cara maquillada da latigazos al aire mientras pronuncia sin reparos términos como ‘marica’, ‘loca’ o ‘marimacho’. Luego, dos drag queens con trajes rojos y unidas por la espalda emulan fragmentos de La doble y única mujer, de Pablo Palacio.
Son cuerpos anómalos, fuera de la norma común, que se expresan para poder existir. Se nombran para autorrepresentarse. Toman los insultos sobre su condición sexual o genérica, para resignificarlos. «Mi espalda, mi atrás, es, si nadie se opone, mi pecho de ella. Mi vientre está contrapuesto a mi vientre de ella. Tengo dos cabezas, cuatro brazos, cuatro senos, cuatro piernas, y me han dicho que mis columnas vertebrales, dos hasta la altura de los omóplatos, se unen allí para seguir —robustecida— hasta la región coxígea», dice Palacio, repite una de las drags mientras se va separando de la otra a la que está unida.
A lo largo de la sala hay más drags vestidas de un rojo intenso que están sentadas, inmóviles, sobre unas sillas blancas. De repente, cada una de ellas se levanta y dice una palabra con la que se identifica y después se empiezan a mover por todo el sitio: bailan, interactúan con el público, juegan entre ellas. Es una hermandad la que se forma, son cómplices de su liberación estética, afectiva y sexual.
Mientras la obra avanza, canciones como ‘Sobreviviré’ en versión salsa o ‘Each man kills the thing he loves’ van marcando el lúdico ritmo de esta puesta en escena que se realizó en el marco del Día Internacional del Orgullo LGBTI y por conmemorarse 20 años de la despenalización de la homosexualidad en el Ecuador. Hasta el 25 de Noviembre de 1997 ser homosexual en el país era un delito tipificado en la ley.
Este trabajo colectivo es producido por Drag Idol SuperStar, una agrupación independiente de artes escénicas Drag Queen conducida por Carlos López Veintimilla (quien interpreta a Lilith), conjuntamente con el Colectivo Zeta Danza, bajo la dirección de Xavier Delgado.
Según sus organizadores, esta obra se «plantea una reivindicación a la palabra marica (usada de forma coloquial como insulto o de forma peyorativa), mostrar la realidad de quienes permanecen relegados y la comprensión del concepto complejo de los cuerpos performáticos drag queen, como resultado final de un proceso artístico e individual de cada personaje».
Al final de la obra, cada drag queen toma una fotografía que retrata su pasado de opresión y violencia, para luego colgarla encima de la silla donde estaba sentada. En una de las imágenes se observa a un hombre atado con cuerdas, mientras lanza un grito mudo. En otra fotografía, hay un tipo que viste una camisa de fuerza y está amordazado. En este gesto de reconocer su pasado visualmente, se marca el inicio de su potencial liberación.
Las fotografías de Maricas Híbridas son de Andrés Álvarez y Natalia Ortiz, y las intérpretes son Alexander Cisneros (Kataleya), Xavier García (Lady Morgan), Ángel Burbano (Kosakura), Leonardo Dávila (Hilary), Juan Álvarez (Kelo), Erick Aldao (Brillith), Larry Aguas (Larry Cai), Miguel Álaba (Michelle) y Xavier Paspuel (Dakira). Lilith, como una matriarca, está presente durante toda la obra.