Los diccionarios son una buena noticia

Los diccionarios son guardianes de la identidad. En ellos los hablantes podemos reconocernos e identificar la presencia de nuestras voces en la historia. La tarea de redactar un diccionario es apasionante y requiere de mucha meticulosidad y un infinito amor a la lengua y a la materia de la que se trata. La aparición de un nuevo diccionario siempre es una buena noticia, pues nos habla del tesón de una persona o de un equipo; de una historia de amor, que, como todas, puede tener altibajos e imperfecciones, pero nos lleva a mirar dentro de nosotros y reconocernos. Hace poco vio la luz una de estas buenas noticias: el Diccionario del español ecuatoriano, coordinado por Fernando Miño Garcés, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).

Esta obra es parte del proyecto del Nuevo Diccionario de Americanismos, de la Cátedra de Lingüística Aplicada de la Universidad de Augsburgo (Alemania) en cooperación con el Instituto Caro y Cuervo (Colombia). El proyecto es coordinado por los profesores Günther Haensch y Reinhold Werner (†), y cuenta con diccionarios nacionales como el de colombianismos, argentinismos y uruguayismos. La intención es juntarlos y formar el Nuevo Diccionario de Americanismos. Lo interesante es que, a diferencia de otros diccionarios regionales, no se limita a un barrido de los documentos de la RAE, sino que son fruto de una larga investigación lexicográfica de las obras de cada país, y un meticuloso ejercicio contrastivo con otras variedades de nuestro español. Aunque la colaboración con el proyecto de Ausgburgo no continuó de la misma manera, la obra siguió con el apoyo de la PUCE y el Centro Andino de Estudios Latinoamericanos (Aclas).

El diccionario de Miño tiene como subtítulo ‘Español de Ecuador-Español de España’, pues, según indica en el prólogo el autor, «registra únicamente elementos léxicos que tienen alguna diferencia frente al español peninsular: unidades léxicas que no se usan en España, aquellas que se usan con acepciones diferentes en el español del Ecuador, y las que ofrecen alguna diferencia, como contextos específicos, usos gramaticales, etc.». Se trata de una obra descriptiva, es decir, describe a la variedad del español ecuatoriano, y no establece normas de uso. Además, advierte que las entradas que constan en el diccionario fueron recopiladas hasta 2010, fecha que el autor se puso como tope.

.Todo diccionario es una obra inconclusa, pues la lengua se mueve y evoluciona mucho más rápido que quienes la registran; sin embargo, la tarea de los lexicógrafos no deja de ser admirable, como el Diccionario de Ecuatorianismos de Miño o la obra de Humberto Toscano, Justino Cornejo, Alfonso Cordero, Carlos Joaquín Córdova, Susana Cordero, y muchos otros. Esta nueva obra es una gran noticia y un nuevo motivo para celebrar nuestra identidad y nuestra variedad del español ecuatoriano, con sus particularidades y sincretismos.