Lo que ocultan los titulares

Al escribir un texto, una de las partes más complicadas de decidir es qué título poner. Y aún más en los medios de comunicación, en los que el título suele cumplir con las funciones de resumir lo que se dice en la noticia y orientar la lectura. Resumir la noticia es un arte, pues en pocas palabras debe indicarse casi toda la información. El lector, al revisar los titulares, debe tener claro de qué se trata lo que va a leer. Los titulares, por lo tanto, deben ser muy claros y concisos, sin problemas de sintaxis que confundan al lector.

En sus manuales de estilo, los medios suelen establecer normas estrictas de titulación. En el caso de la sintaxis, algunos exigen que se empiece con un sustantivo, otros que se lo haga con un verbo activo o que se respete la estructura oracional de español, de sujeto-verbo-objeto (SVO). Estas reglas pueden convertirse en una camisa de fuerza que evita que el texto cumpla su función de resumir. Lo ideal sería que los titulares tuvieran esa estructura, sin embargo, dependiendo de la intención que tengan, esta varía. Esto nos lleva a la segunda función de los titulares: la de orientar la lectura. Al leer un titular, el lector se predispone a encontrar determinada información, organizada de cierta manera y con una tendencia en especial. Eso de que los medios son objetivos al informar no suele ser tan cierto, pues, por más que tengan pretensión de objetividad, responden a intereses que tienen que ver con otros asuntos, empezando por las ventas de publicidad o una tendencia política.

Si revisamos los titulares de prensa durante un tiempo, nos daremos cuenta de que no son tan inocentes, pues son recurrentes las alusiones a ciertos personajes o hechos en detrimento de otros. Las palabras o los giros pueden llevar algo oculto. Esta semana leí en un medio de nuestro país este titular: ‘Actriz XX asegura que el Gobierno de su tío YY hace las cosas mal’ (omito los nombres para evitar suspicacias). En este titular es clara la tendencia del medio: no se pretende dar una razón fundamentada de un hecho. Primero, se recurre a la opinión de alguien poco versado en política como una actriz y, segundo, la ‘declaración’ que esta da es usada por el medio de manera tendenciosa. ‘Hacer las cosas mal’ orienta al lector a leer la nota desde una perspectiva.

Otro titular: ‘Hasta el partido HH ofrece ampliar fiscalización en nueva Asamblea’. Se aprecia la tendencia del medio al utilizar el adverbio ‘hasta’, que quiere orientar la lectura hacia el presupuesto de que un partido tiene problemas con que se fiscalice la Asamblea. Un simple adverbio sugiere una orientación que se aleja de la objetividad que debe guiar a un medio. Otro: ‘El tope a las importaciones hizo que el país se encareciera’. Lo tendencioso del titular se encuentra al ‘culpar’ a un hecho por una situación. Aquí se oculta a los verdaderos responsables, y el medio, al nominalizar, se lava las manos. Estos son solo tres ejemplos aleatorios. Si revisamos los medios con ojos abiertos encontraremos muchos más. La importancia de los titulares es innegable, por eso, debemos leerlos con cuidado.