La paciencia quirúrgica del librero: Carlos Rolando Lobatón

El bibliotecario Carlos Alberto Rolando Lobatón (1881-1974) dejó como legado la preservación de la mayor parte de los periódicos guayaquileños del siglo XIX, un archivo que reposa en el Museo Municipal de Guayaquil. Dos de las publicaciones de Rolando, Historia de la Sociedad Filantrópica del Guayas (1949) y Bibliografía médica ecuatoriana (1953), integran la exposición Bibliotecarios en la Historia, que presenta el Archivo Histórico del Guayas hasta el 28 de febrero, con el fin de dar a conocer obras destacadas pero en ocasiones poco difundidas de este personaje que también brilló como gestor cultural.

La actividad se realiza en el marco de la conmemoración del Día del Bibliotecario, que se celebra cada 21 de febrero, fecha de nacimiento de Eugenio Espejo, prócer libertario que ocupó el cargo de primer bibliotecario ecuatoriano, cuando dirigió la Biblioteca Pública de Quito, en 1791, tiempo en el que tuvo a su cargo cerca de 40.000 volúmenes.

En la exposición, dentro de una urna de cristal reposan dos textos de Eugenio Espejo y uno de Pedro Carbo, recordados por sus aportes bibliográficos y manuscritos. La selección estuvo a cargo de Delia Torres Tello, directora del Archivo Histórico del Guayas, quien busca generar un debate con los visitantes, en su mayoría estudiantes de colegios y universidades. Ahí, aprovecha para promover la discusión de una de sus preocupaciones: «Siempre les digo que no hay que ser un bibliotecario desinformado que se apoya únicamente en la búsqueda digital».

De Eugenio Espejo se ha dicho bastante. Se lo califica como un prominente investigador, científico, médico, historiador, escritor, abogado, periodista y pensador. Cada una de sus obras es científicamente estudiada y comentada, pero es poco lo que se sabe de su labor como bibliotecario público. Esta faceta la ejerció casi al final de su vida y aún no ha sido suficientemente investigada ni documentada. Sus biógrafos apenas hacen cortas referencias. En una publicación en Infotecarios, Leonardo Loayza sostiene: «Sobre esta etapa en la vida de Eugenio Espejo, tan importante para nosotros como bibliotecarios, los investigadores no han ahondado en mayores detalles, solo se mencionan muy breves pasajes».

Otro que se destacó desarrollando esta función fue Pedro Carbo. Durante su administración como Presidente del Concejo Cantonal de Guayaquil, fundó la Biblioteca Municipal y donó el primer lote de libros en 1862.

La idea de Torres Tello fue elegir a Carlos Rolando Lobatón, conocido como el ‘Príncipe de los bibliotecarios’, como el ‘Personaje del mes’, para rescatar su imagen, pues siempre mantuvo un bajo perfil a pesar de que «se propuso adquirir todo impreso ecuatoriano por muy humilde que fuera, para leerlo y clasificarlo, pues sus contenidos los manejaba a la perfección». Torres Tello asegura que a Rolando Lobatón siempre le interesó coleccionar libros antiguos, papeles y folletos, lo que le permitió formar un fichero biobibliográfico, arreglado en orden alfabético.

Sobre la profesión de bibliotecarios, que significa trabajar con los usuarios para consolidar una sociedad de libre pensamiento, Torres Tello resalta la labor de Eugenio Espejo, Rolando Lobatón y Pedro Carbo, quienes alcanzaron el reconocimiento no solo por dedicarse a archivar textos, sino también por sus contribuciones para crear espacios de investigación. «A ellos los pongo de ejemplo a la nueva generación. Los bibliotecarios deben realizar campañas de lectura y garantizar a la ciudadanía el acceso a la información. Cuando vienen los estudiantes de la carrera de Bibliotecología de la Universidad de Guayaquil los incentivo a que se conviertan en gestores culturales y no solo se limiten a pasar un libro», dice Torres Tello, quien en su labor organiza las obras por sus años de antigüedad y la relevancia del autor.

Torres Tello lleva casi dos décadas involucrada con el Archivo Histórico del Guayas, al que ingresó en 1997 como asistente de investigación, en la época en la que el historiador José Antonio Gómez Iturralde se desempeñaba como director. Dieciocho años después, en 2015, fue nombrada directora. Desde ese cargo, su intención ha sido la de promover los fondos bibliográficos, editoriales, microfilmes, manuscritos, la hemeroteca y organizar eventos como el intercambio de libros para acercar al público a esta institución cultural. Y ha logrado mejorar los números. En el primer año de su gestión, la entidad recibió la visita de 3.864 personas, mientras que en 2016, la cifra ascendió a 10.423. Es decir que se triplicó.

El Archivo Histórico del Guayas es una de las diez bibliotecas regentadas por el Ministerio de Cultura y Patrimonio a través de la Subsecretaría Técnica de Memoria Social. En estos lugares se custodia material bibliográfico que data desde 1480 hasta la actualidad, y aproximadamente albergan 374.451 bienes culturales que permiten construir la memoria histórica del país.

El legado de Carlos Rolando

Carlos Rolando Lobatón fue socio fundador del Círculo de Instrucción Libre del Centro Juan Montalvo (creado en 1897), donde se unió a otros jóvenes intelectuales como Modesto Chávez Franco, Luis Arias Sánchez, Vicente Paz, Joaquín Gallegos del Campo, entre otros. Además, fue designado presidente de la Corporación de Estudios de Farmacia, nombrado profesor de Química en el Instituto Mejía y publicó un folleto de dieciséis páginas titulado Estudios de Farmacia.

En 1906 viajó a Lima para cursar la carrera de Química y Farmacia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. A su regreso a Guayaquil fue designado miembro de la Junta Superior de Sanidad para la erradicación de la peste bubónica.

Como bibliotecario, desde el 24 de mayo de 1913 puso al servicio del público su biblioteca personal, a la que bautizó Bibliografía Nacional. Esta se componía de 1.346 obras, 200 tomos, 3.276 folletos, 712 colecciones de periódicos y 40.271 revistas y 3.800 hojas sueltas. Brindaba una atención personalizada en su domicilio, ubicado en el primer piso de una casa de madera de propiedad de Ismael Pérez Pazmiño, en la esquina de 9 de Octubre 722 y Boyacá.

En la ficha técnica de la exposición que se realiza actualmente en el Archivo Histórico, Torres Tello explica que «el acto inaugural (de la biblioteca de Rolando Lobatón) fue solemnizado con una banda de músicos en media calle y tuvo la concurrencia de autoridades así como del representante del Arzobispo de Quito, Monseñor González Suárez». Desde ese día, empezó a prestar servicios a amigos, estudiantes y lectores en general que iban en busca de información e instrucción. La Municipalidad de Guayaquil lo premió con una Medalla de Oro por su contribución a la sociedad ecuatoriana. Tenía 32 años.

Descrito por sus biógrafos como un hombre activo, diligente, metódico, paciente y erudito, atendía por las noches, proporcionaba datos, hacía de maestro y guía. Su esposa, Carmen Chichonís, era la secretaria y entre ambos confeccionaron un tarjetero de 135 páginas publicado con el título de Catálogo de la Bibliografía Nacional del Dr. Carlos A. Rolando, que le sirvió para ingresar en 1920 a la Sociedad de Estudios Americanos de Quito.

Después de largos años de constantes lecturas y de revisar todo impreso que le llegaba, publicó un extracto sucinto, de 66 páginas, útil a los investigadores sobre la prensa escrita ecuatoriana, titulado Cronología del periodismo ecuatoriano y pseudónimos de la prensa nacional. Por ello, la Junta del Centenario de Independencia lo premió con otra Medalla de Oro.

En 1925, fue nombrado director de la Biblioteca de la Universidad de Guayaquil y después miembro de la Academia Nacional de Historia, de la Sociedad Bolivariana del Ecuador, así como miembro fundador de la filial bolivariana de Guayaquil, del Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay.

Entre sus aportes bibliográficos en asociación con los doctores José Ramón Boloña e Ignacio Jurado Avilés constan: Bibliografía del sabio Luis Pasteur (1922), Los Centenarios (1933), Almanaque Masónico Ecuatoriano (1940), Bibliografía Catequista del Ecuador (1941) y Crónicas del periodismo ecuatoriano desde 1850 hasta 1869 (1947).

Una carrera de gran valía

Mercy Hernández Ponce, directora de la carrera de Bibliotecología y Archivología de la Universidad de Guayaquil, indica que el perfil del profesional que se forma en las aulas es del bibliotecario que puede identificar la realidad local, regional y del país en los campos social, educativo, económico, político y cultural. El estudiante, además, aprende a valorar, utilizar e identificar fuentes y recursos de información con la finalidad de satisfacer las necesidades del usuario. Por eso, debe estar preparado para planificar, organizar, sistematizar y difundir textos que guardan un carácter histórico.

La directora afirma que no se trata de una nueva carrera, porque empezó a funcionar desde el 9 de mayo de 1952. «Actualmente, tenemos 234 jóvenes que se están educando y registramos 45 promociones graduadas». Hernández manifiesta que en el pénsum se incluyen materias como: Historia Universal, Literatura, Psicología, Lingüística, Clasificación, Archivo, Marketing Bibliotecario, entre otras.

Ruth Carvajal, docente de las asignaturas de Clasificación I, Catalogación I y Archivos Administrativos, agrega que el nuevo personal bibliotecario está en la obligación de dominar los idiomas inglés y francés para ofrecer un servicio de calidad a quienes van en busca de un libro. «Estamos trabajando para que ellos salgan de la universidad bilingües».

La profesora, con 33 años de trayectoria como bibliotecaria, señala que a los jóvenes se les enseña a manejar los catálogos en línea y programas de gestión a través de la práctica. En su oficina, rodeada de documentos, Carvajal expresa que la carrera de Bibliotecología y Archivología es una nueva opción que están escogiendo las personas como profesión. «Hay plazas de trabajo. Ahora, la mayoría de las entidades deben tener una biblioteca para ser acreditadas».

Este 21 de febrero, día que se recuerda el nacimiento de Eugenio Espejo, se rinde un homenaje a los bibliotecarios que con su trabajo permiten al público en general, así como especialistas de diferentes ámbitos del conocimiento, de forma permanente, realizar consultas del material bibliográfico relacionado principalmente con historia, arqueología, antropología, geografía, cartografía, sociología, literatura, filosofía, arte y cultura.