Estos días, en la Feria del Libro de Buenos Aires, se realizaron las Jornadas de Edición Uni-versitaria. En uno de los países que más publica en América Latina y que cuenta con un gran número de editoriales, y una de las Ferias del Libro más importantes del mundo, jornadas como estas suelen ser frecuentes. El tema es interesante, pues invita a reflexionar acerca de cómo se editan y se producen los libros en las universidades, los cuales se encuentran, generalmente, destinados a los estudiantes y a los académicos. Los autores de estos textos son, en su mayoría, los docentes de las mismas universidades. Esto garantiza, entre muchas otras cosas, que los estudiantes estén actualizados; que los profesores investiguen y se interesen por publicar, y que las universidades cuenten con un catálogo que les otorgue prestigio.
En Ecuador, desde hace algunos años, las publicaciones universitarias han ido ganando lugar, sobre todo porque la Ley de Educación Superior exige que los docentes cuenten con publicaciones de relevancia, especialmente en revistas indexadas. En las universidades han empezado a proliferar revistas y también textos de los profesores. Las publicaciones siempre son una buena noticia; sin embargo, es necesario preguntarse si se trata de textos de calidad o solo de documentos para cumplir los requisitos que exige la ley. Lamentablemente, en muchos casos se trata de esto último: documentos sin calidad que sirven solo para cumplir un requisito. Si nos fijamos en muchas ediciones universitarias, veremos libros mal logrados, no solo en relación con el diseño, sino también en relación con los contenidos. Las universidades publican, y mucho, pero estas publicaciones no cuentan con una ‘curaduría’ adecuada; es decir, no hay un proceso de edición adecuado que garantice que el producto sea óptimo.
Sin duda, es una ventaja enorme que las universidades publiquen, pero es necesario aprovechar esta ventaja. Cuando un producto no es bueno, está mal escrito y no presenta una edición cuidadosa, quien pierde es la universidad. No cuidar las ediciones juega en contra de su propio prestigio como institución generadora de conocimiento. Tampoco juega a su favor que se produzcan textos bien hechos si estos no tienen una difusión adecuada y no generan un debate en la sociedad. La publicación universitaria es muy positiva; no obstante, debe pasar del mero requisito a la verdadera producción de conocimiento. Para los docentes, debe ser un incentivo publicar, y para esto es necesario que tengan también espacios y tiempos adecuados. Como vemos, la tarea es muy compleja, pero es una oportunidad que debe aprovecharse y sobre la que es necesario debatir. Ojalá, con el tiempo, cada universidad cuente con departamentos editoriales competentes y Ecuador se convierta en un referente en la publicación universitaria. Y, claro, los editores universitarios tengan espacios para dialogar y pensar sobre su oficio.