La cultura en el próximo período presidencial

Aunque la discusión es vieja, no está de más traerla a colación: cuando hablamos de cultura, no nos referimos de manera exclusiva a las expresiones artísticas. Los pilares que sostienen la cultura son varios: además de la creación en arte, literatura, poesía, cine, teatro, música, escultura y arquitectura, están el patrimonio tangible e intangible, como las edificaciones antiguas, la memoria social, la tradición oral, las fiestas populares, los saberes ancestrales, los idiomas… en fin, todos esos factores que le dan forma a las diversas identidades que habitan este pequeño país.

Ahora, en época de campaña, es preciso retomar toda esta discusión. Luego de un vistazo a las propuestas de los candidatos a la presidencia de la República, toda la cultura parece estar abordada en toda su dimensión, pero por partes.

Solo en tres de los ocho planes de trabajo presentados al Consejo Nacional Electoral hay al menos un apartado relacionado al desarrollo de la cultura: en el del ex-Fiscal General de la Nación, Washington Pesántez, candidato por la lista 19; en el de Paco Moncayo, de la alianza entre Izquierda Democrática (ID) y Pachakutik, y en el de Lenín Moreno, de Alianza PAIS (AP), que la incluye como una de sus doce revoluciones.

En el caso de los otros cinco candidatos, la cultura no aparece como un eje programático, pero respondieron a EL TELÉGRAFO lo que piensan hacer en esta área. Los planteamientos son variados: desde la promoción de infraestructura para el fomento del trabajo artesanal para promover el turismo, hasta la creación de una red digital de museos mediante aplicaciones móviles.

Sin embargo, a pocos meses de haberse aprobado la Ley de Cultura, y aún en período de espera por la expedición del reglamento que la norme, son pocas las propuestas —y muchas las discusiones pendientes— que parecen tener en cuenta a este cuerpo legal: algunas porque ya están resueltas en la Ley, otras porque no se vinculan a sus artículos, y otras que proponen directamente modificarla.

Aprobada en noviembre de 2016, la Ley Orgánica de Cultura es la octava y última de las planteadas en la Asamblea Constituyente de Montecristi (2008). A unos meses de acabar el mandato de Rafael Correa, este cuerpo legal entró hace poco en el Registro Oficial, y —a diferencia de la Ley de Comunicación— ninguno de los candidatos ha propuesto derogarla, de modo que será importante para el sector en el próximo gobierno.

Aquí analizamos las propuestas de los presidenciables en materia de cultura, comparándolas con los aspectos de la Ley que estarían involucrados en sus ofertas en este ámbito.

Los comerciales

La candidata de la lista 6 por el Partido Social Cristiano-Madera de Guerrero, Cynthia Viteri, y el de la lista 25, por Creando Oportunidades (CREO), Guillermo Lasso, se han disputado en las últimas semanas el segundo lugar en las encuestas de intención de voto. Ambos promueven una política de derecha, y, en consecuencia, sus planteamientos en temas de cultura tienen que ver, sobre todo, con la reducción de impuestos, el impulso a las actividades que generen ingresos y con la exportación de talentos. Por esta última vía va también Washington Pesántez (lista 19, Fuerza), quien posa su mirada en las expresiones culturales como una forma de promover el turismo.

Viteri, que entra por segunda vez a la carrera por la presidencia (la primera fue en 2006), durante un conversatorio con estudiantes en la Universidad Católica de Quito, habló de derogar la Ley de Comunicación. Sin embargo, de ahí plantea mantener una serie de artículos relacionados con la difusión de la música y el audiovisual de creadores ecuatorianos, a través de los medios de comunicación masiva. Estos pasarían a formar parte de la Ley de Cultura.

Esos artículos de la Ley de Comunicación plantean, entre otras cosas, que debe ser ecuatoriana al menos el 50% de la música difundida en las estaciones de radio que utilizan el espectro radioeléctrico del país; otro de estos artículos de apoyo al artista nacional a los que se refería Viteri es el que establece que cada uno de los canales de televisión del Ecuador debe destinar al menos el 2% de sus ganancias anuales a comprar derechos de difusión de películas ecuatorianas.

Viteri afirma que lo que más necesita el artista para salir adelante es dinero y formación. En ese sentido, propone la creación de un fideicomiso con la participación de la empresa privada, organismos multilaterales y parte del gobierno para impulsar la creación y al sector cultural del país.

La candidata sostiene que «hay mucha gente talentosa, y aquí me refiero a los artesanos». En ese sentido, recordó: «Hace poco estuve en Salinas y en segundos me hicieron un cuadro. Cuando le pregunté al artesano dónde aprendió, me dijo que en ningún lugar. Vamos a impulsar a esta gente para que exporte su talento».

Por su parte, Guillermo Lasso, candidato de la alianza CREO-SUMA, abraza la entrada en vigencia de la Ley de Cultura, a la que considera como un paso importante para la promoción cultural del país. Sin embargo, su propuesta más fuerte en este ámbito se aleja un poco del espíritu de la Ley, cuyas propuestas más importantes se dan en el orden de lo público: la red de museos, la reorganización del sistema nacional de bibliotecas, la seguridad social de artistas sin relación de dependencia, el registro de actores culturales y los fondos de fomento.

Lasso habla de incentivar la creación y su propuesta dura, fiel a su ideología de libre mercado, es la de disminuir la carga impositiva para personas e instituciones que inviertan en actividades culturales, con miras a incrementar el apoyo del sector privado y dinamizar la economía y el empleo. Además, plantea la creación de zonas francas culturales, porque, sostiene, el impulso que el sector necesita solo puede venir de una visión libre, lejos de lo que entiende como dirigismo estatal (y lo que la otra orilla política identifica como lo público). «Queremos incorporar en la Ley una visión que sea consistente con la principal característica de este sector: la libertad», dice Lasso.

El candidato por la lista 19 (Unión Ecuatoriana), Washington Pesántez, ha incluido en su plan de trabajo un apartado con una serie de proyectos relacionados con la preservación del patrimonio y el impulso del sector artesano, lo que significa inversión en infraestructura y fomento de estas actividades. En estos programas, que ocupan más espacio en su plan de trabajo que sectores como la energía o las relaciones internacionales, el objetivo final es siempre el mismo: incentivar el turismo.

Entre esas propuestas se encuentra la de crear una ley para el manejo de la historia y la cultura ancestrales, que se vincule con la política nacional sobre turismo y patrimonio. Uno de los objetivos que se plantea es crear una zona exclusiva de artesanías para la exhibición, comercialización, intercambio y promoción de productos artesanales, con incentivos tributarios y apoyo para su exportación, lo que implica también una inversión en la infraestructura para este sector.

Con respecto a la Ley de Cultura, Pesántez dice que debe respetar la autonomía de la Casa de la Cultura, pero que debe articularse a un plan nacional de cultura.

Además, dice que impulsará una asociación de editoriales de Ecuador, América Latina e Iberoamérica; la creación de una red de museos temáticos y la recuperación de tradiciones para fomentar el turismo nacional.

Dentro de este grupo hay propuestas concretas para un desarrollo económico del sector, lo que está acorde a las propuestas más grandes de sus diferentes planes de trabajo. Y aunque no haya una mención a aspectos como la memoria social o el patrimonio inmaterial, se trata de candidatos que suelen defender que este tipo de asuntos sean atendidos de forma orgánica, por iniciativa de la sociedad civil, y como una oportunidad de emprendimiento.

Los más jóvenes

El exasambleísta Iván Espinel, de 33 años, y Abdalá ‘Dalo’ Bucaram Pulley, de 34, son los dos candidatos de menor edad entre los ocho presidenciables. Y como tales, sus propuestas en el sector cultura tienen un cierto aire juvenil: el primero habla de la formación artística temprana y el segundo de llevar la cultura a la era digital. Sin embargo, en sus planes de trabajo no existe una mención específica con respecto a este ámbito.

Espinel, candidato por la lista el Movimiento Fuerza Compromiso Social (lista 5), plantea que los estudiantes del sistema de educación básica cursen de manera obligatoria una materia vinculada con la creación artística. Se trata de una asignatura que ellos mismos deben elegir, y que cuente con docentes preparados para descubrir y potenciar talentos.

Desde hace varios años, este ha sido un pequeño vacío que han advertido los actores culturales, en especial los que provienen del sector de las artes plásticas, quienes miran el poco cultivo de sensibilidades artísticas desde la infancia y la adolescencia como uno de los factores que han sostenido la ausencia de públicos.

El fomento temprano de la creación es, también, uno de los puntos de la Ley Orgánica de Cultura, que en su artículo 147 (ubicado en el capítulo 7), establece la creación de una red de orquestas y bandas infanto-juveniles, bandas académicas y populares y entidades de artes vivas.

Tiene sentido, entonces, que la postura de Espinel con respecto a la Ley de Cultura es que hay que mantenerla. El candidato considera que esta ha llegado para cubrir varias demandas del sector, y propone, entre otras cosas, que la Ley debería garantizar el seguro social de los artistas que no están formalizados. Es algo que ya está contemplado en el artículo 47, del régimen laboral y de protección social: «Todos los creadores, productores, promotores culturales, trabajadores y profesionales de la cultura y el arte tendrán derecho al seguro social obligatorio, bajo las normas y procedimientos que establecerá el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social en coordinación con el Ministerio de Cultura».

Espinel se separa del rumbo de la Ley en otro aspecto, el de los fondos de creación. Habla de recursos para emprendimientos artísticos canalizados a través del Ministerio de Cultura, aunque la carga cambia de lado: mientras que en la actualidad se trata de recursos no reembolsables, lo que él propone son créditos.

También se fija en la exportación de la creación artística nacional. «Se ha avanzado mucho en lo que se refiere al apoyo a los artistas, pero aún falta que el Estado sea un canalizador para exponer el trabajo nacional independiente en festivales extranjeros. A veces, ellos no tienen ni para el tiquete aéreo», dice.

Dalo’ Bucaram sostiene, por su parte, que modificaría el tema de la Seguridad Social en la Ley de Cultura, porque piensa que no debería estar abordada ahí. El candidato de Fuerza Ecuador, lista 10, cree que este aspecto debería estar incluido en una reforma a la Ley de Seguridad Social, en la que se garantice una jubilación «digna de acuerdo con los años de trabajo y con lo que haya producido artísticamente».

La idea de que la seguridad social de los actores culturales está mal colocada en la Ley de Cultura, no es solo de Bucaram. Hay todo un sector que mira esto con desconfianza, porque cree que podría convertirse en un mecanismo de control del arte.

Este es un aspecto que ha estado desatendido durante mucho tiempo. Las condiciones de trabajo de los artistas transitan entre lo formal y lo informal y, por lo tanto, no ha estado sujeta a un sistema apropiado de seguridad social. El tema se ha debatido con fuerza en países como México o Paraguay, que ya lo han implementado.

Bucaram sostiene también que al arte hay que llevarlo al nuevo mileno. Su propuesta, en esta época de teléfonos inteligentes y en la que los nativos digitales ya han llegado a la edad adulta, es crear una serie de aplicaciones móviles que hagan atractiva la visita a museos y sitios patrimoniales. Apunta, como Washington Pesántez, a vincular a la cultura con el sector turístico. Según Bucaram, el mejor guía en cuestiones culturales para el turista extranjero debe ser el ciudadano.

Esposo de Gabriela Pazmiño, una de las mujeres más conocidas de la televisión ecuatoriana, ‘Dalo’, que ha incorporado sus habilidades de baile en la promoción de su campaña, también mira a la industria del entretenimiento. Uno de sus propósitos es impulsar el cine y la música, que para otros países, sostiene, representan ingresos millonarios. «Me niego a aceptar que en pleno siglo XXI no exista una sólida industria cinematográfica y musical en el Ecuador».

Los programáticos

Cuando la brújula política empieza a tornarse hacia la izquierda, la cultura se convierte en un punto programático. En el plan de trabajo del candidato de Acuerdo por el Cambio (una alianza entre la Izquierda Democrática y Pachakutik), Paco Moncayo, un título está dedicado a la preservación de los saberes ancestrales. Aunque no se detalla un plan, se promociona la etnoeducación afroecuatoriana y montuvia.

Moncayo dijo que agrupará Educación, Cultura y Deporte en una sola cartera, en concordancia con su plan de «racionalizar el tamaño del Estado» a través de la reducción de los ministerios a catorce. Moncayo habla de eliminar instituciones que considera redundantes. «Desarrollo cultural y deportivo del país» es uno de los epígrafes de su acuerdo programático.

Aunque no dice que no entiende «cómo se aprobó esta Ley (de Cultura)», gran parte de su agenda en temas de cultura tiene que ver con puntos que el cuerpo legal ha establecido, como la creación de una red pública de infraestructura cultural (en la Ley se habla directamente de una red de museos y otra de bibliotecas) o la preservación de los saberes ancestrales. Se distancia, más bien, en un tema de cómo se entienden las autonomías: Moncayo participó en los estudios previos para la redacción de le Ley, y afirma haber defendido la autonomía de las instituciones culturales «para no convertir a la Casa de la Cultura en una dependencia del Estado».

La discordia se debe sobre todo a dos puntos. El primero tiene que ver con los estatutos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), cuya redacción es facultad de sus autoridades, pero está sometida a la revisión y aprobación del Ministerio de Cultura. El segundo, está relacionado con las elecciones: la Ley establece que este año deben realizarse nuevamente los comicios a escala nacional, a menos de un año de haberse celebrado por última vez; además, la Ley faculta a los artistas que consten en el Registro Único de Actores Culturales (RUAC) a votar en estas elecciones, sin necesidad de estar afiliados a la CCE.

Por su parte, Lenín Moreno, candidato por Alianza País, apuesta en el ámbito de la Cultura por continuar con lo que deja el gobierno de Rafael Correa. Aquí se encuentran las políticas rectoras del Ministerio de Cultura, los fondos de fomento a las artes e innovación (antes identificados como artes y creatividades), la entrada de vigencia de la Ley de Cultura y las primeras promociones de la Universidad de las Artes, que empezó a funcionar en 2014.

El plan de trabajo de Moreno incluye a la Cultura como una de las «doce revoluciones» de su gobierno, y tiene una mirada muy decolonial. De entrada plantea que se busca superar algunos mecanismos de exclusión, de raíces coloniales, y que la mirada de las élites sobre qué es lo ecuatoriano no representa la diversidad. Dentro de este proceso decolonial, especifica el texto, «la Universidad de las Artes juega un papel protagónico».

Entre sus propuestas destaca también el espacio público como un lugar propicio para la expresión artística, pero una de las mayores propuestas de Moreno es la de intensificar la difusión de contenidos culturales a través de los medios de comunicación masiva. Es a través de estas dos plataformas que —indica su plan— intentará promover el «conocimiento y reconocimiento de la diversidad cultural».

Heredero de las directrices y la estructura política que ha regido en los últimos años en el país, cuando se refiere a la Ley de Cultura, destaca el hecho de que esta permitirá «el acceso de artistas, creadores y gestores culturales a la seguridad social y garantiza sus derechos laborales y sociales». Moreno defiende esta Ley: «Al tiempo de fortalecer la preservación de nuestros patrimonios, cumple un viejo anhelo: reordena la institucionalidad cultural del país a través del Sistema Nacional de Cultura».