Khôra nos sucede —decía Jacques Derrida—, como el nombre. Solo existe en cuanto se lo enuncia. Una de las primeras referencias a la palabra Khôra aparece en Timeo, de Platón. Para el filósofo griego, el espacio —Khôra— es posible en tanto se genera un cruce entre la historia del mundo y las historias particulares.
«Hay ser, espacio y devenir, tres realidades diferenciadas, y esto antes de que naciera el mundo. La nodriza del devenir mientras se humedece y quema y admite las formas de tierra y aire y sufre todas las otras afecciones relacionadas con estas, adquiere formas múltiples», decía Platón cuando se refería a la Khôra.
Este nombre, cuya genealogía luego sería retomada por filósofos como Derrida o Heidegger, fue el que usó Anamaría Garzón junto con Esteban de los Reyes para bautizar su galería. Este nuevo espacio para el arte contemporáneo se encuentra en un lugar inusual, al fondo de la cafetería Hansel y Gretel, ubicada en la avenida González Suárez.
Desde noviembre del año pasado, los locales de la cadena Hansel y Gretel —de la cual Esteban es el gerente general— han incorporado actividad cultural a sus espacios mediante la colocación de obras de arte. En las paredes de las cafeterías que están regadas en Quito se aprecian los trabajos de artistas como Gabriel Pérez, Rafaela Descalzi, Lucía Falconí, David Celi y Martina Orska. Más Arte Galería, a cargo de Gabriela Moyano, fue la responsable de ubicar la obra que está a la venta.
«Consideramos que los cafés son puntos de encuentro y nodos sociales», dice Esteban, quien le propuso a inicios de este año aAnamaría abrir una galería en el nuevo local de Hansel y Gretel. ¿Cómo creas un lugar dentro de otro lugar?, fue lo primero que Anamaría, quien es investigadora y curadora de arte, se preguntó.
«Cuando empezamos a idear la galería me interesaba pensar en el espacio híbrido, y resulta que Khôra, en griego, se refiere al lugar. Así que empecé a investigar sobre el término y resulta que aparecía en los escritos de Derrida, en un texto de literatura zombie y en la arquitectura. Heidegger hablaba de Khôra como el espacio de la permanencia. En el Timeo, de Platón, es un lugar que existe y da refugio cuando se nombra», dice Anamaría. La galería, al estar dentro de un espacio no convencional para el arte, necesita ser nombrada para que adquiera sus reales dimensiones.
Esta reflexión sobre los espacios híbridos, parasitarios o alternos a la institucionalidad oficial, inició el anterior año cuando Anamaría —junto con la artista Rosa Jijón y el urbanista Jaime Izurieta— inauguró el Museo Nómada. Concebido como una parainstitución del arte, el Museo Nómada no necesitaba de un lugar físico ni de horarios fijos para operar, ni de un manual orgánico de funcionamiento.
Una de las preguntas que más le inquietaba a Anamaría en el último año, a propósito de «esa extraña crisis de institucionalidad que vivimos en el país», fue dónde hacer espacio para el arte y cómo hacerlo. Tanto la galería Khôra, como el Museo Nómada, se concibieron bajo la lógica de la ocupación semipirata, que permite romper ciertas reglas y jugar con el arte.
«Me gusta la idea de que se empieza a mezclar el arte en la vida cotidiana de la gente. El otro día vinieron unos guaguas a la cafetería y jugaban dentro de la galería, corrían. Una de las cosas que siempre hemos comentado es que en otros lugares del mundo, desde pequeños, los niños están conectados con el arte, tienen una vida cultural mucho más fuerte, aunque lo entiendan o no», señala Esteban, quien no solo en sus locales ha puesto obras de artistas nacionales, sino que ha hecho encargos para la utilería de Hansel y Gretel, como los manteles de papel que fueron diseñados por Sofía Acosta (La Suerte).
«Estamos en un plan de ser guerrilleros. Hansel y Gretel tiene otro modo de entender la responsabilidad social empresarial, de entender su relación con la gente, con la posibilidad de crear nuevos públicos. Si te fijas, a las galerías, a los museos o al Centro de Arte Contemporáneo, siempre vamos las mismas personas. Puede haber otros sitios, como una cafetería, en donde haya gente interesada en el arte, pero necesita el gancho que le ponga las cosas más cerca», añade Anamaría, quien es profesora de arte en la Universidad San Francisco de Quito y a quien su nueva galería le permite hacer curaduría y extender sus posibilidades de investigación en el campo artístico actual.
La primera muestra de Khôra
Bosques (húmedos) tropicales es la primera exposición colectiva que presenta la galería y surgió a partir de una curiosidad específica. En un texto de Chus Martínez, directora del Instituto de Arte y Diseño de Basilea, Anamaría encontró una referencia al trabajo de Raphael Montañez, uno de los fundadores del Museo del Barrio. Montañez planteaba la noción de que cualquier espacio de arte debía ser un bosque tropical, pensando en todo lo que interactúa en ese tipo de ecosistemas y lo que provocan sus especies. Y Chus Martínez añadía la idea de que hay que «meter más intuición en la investigación artística».
Esta primera muestra se realizó a través de una invitación arbitraria y directa a tres artistas: Cristian Villavicencio (quien trabajó junto con Agata Mergler), Fabiano Kueva y Wendy Rivadeneria. Ellos presentaron tres propuestas, en tres formatos diferentes: video, fotografía y dibujo.
«Bosques (húmedos) tropicales es un intento por entender las obras como un organismo vivo, como una especie de bicho independiente que no controlas», dice Anamaría, quien a la hora de invitar a los artistas simplemente les dijo: «quiero que me den un bosque húmedo tropical».
La obra de Fabiano Kueva se denomina ¿Cómo se define un trópico? y está hecha en fotografía digital. En sus imágenes se cuestionan las ideas preconcebidas sobre cómo se construyen los territorios naturales, en este caso, un bosque tropical. «Esas mismas regiones son vistas de modo ‘exótico’ y ‘natural’, fuente de imágenes y riquezas capaces de sostener el orden imperial simbólica y materialmente», dice un folleto sobre esta obra de Kueva, quien es miembro del Centro Experimental Oído Salvaje.
Cristian Villavicencio y Agata Mergler presentan Garden Exercises (Haptic/Visual Identities), obra en la que aparece un video que fue filmado con una cámara que se activa al contacto con los objetos. En esta pieza llena de movimiento y de imágenes difusas hay un ejercicio performático provocado por el diálogo entre el entorno natural y el objeto (la cámara) que está filmando. Garden Exercises (Haptic/Visual Identities) es un proyecto que indaga sobre el concepto de «visualidad digital» a través de un sistema de filmación no convencional.
Wendy Ribadeneira participa con la serie de imágenes Primavera, en la que se conjuga la fotografía con dibujos de bosques hechos en acetatos. La artista monta una imagen sobre otra con la intención de anular la idea de la representación real de un entorno.
Esta primera muestra de Khôra es el inicio de otras exposiciones a lo largo del año que reflexionarán sobre la naturaleza y la habitabilidad. La siguiente exhibición tendrá fotografías que abordarán el tema de lo alien en medio de los organismos vivos.
«En los últimos años han surgido bastantes libros sobre la relación arte y naturaleza, aunque este debate empieza en los 60. Pero últimamente adquiere mayor relevancia por el posible apocalipsis climático. Lo que me interesa pensar es en la posibilidad de la vida en sistemas pos-humanistas», concluye Anamaría.