Hay una escena de Coto vedado (1985), la primera parte de la autobiografía de Juan Goytisolo, en la que el escritor español debe posar como simpatizante de la Revolución cubana en una plaza en la que unos minutos antes acababan de juzgar a dos lesbianas. Para entonces, Goytisolo ya era un autor conocido, pero seguía siendo un homosexual de clóset, y ese momento «provoca en él una sensación de desprendimiento físico y de zozobra moral», como reseña en Letras Libres el crítico literario Christopher Domínguez. Y es que si hay una palabra que puede definir al escritor español Juan Goytisolo (1931-2017), esa sería crisis. Muerto el 4 de junio en Marrakech, Marruecos, donde permanecía desde 1996, tras el fallecimiento de su esposa, Goytisolo vivió desde joven atormentado por un sentimiento crítico hacia todo aquello que significaban sus orígenes.
Aquel viaje a Cuba a finales de los sesenta, que hizo junto a un amigo y colega suyo, Jorge Semprún, no era su primera visita a la isla. En 1961, Goytisolo fue a cubrir la crisis de los misiles —treinta años más tarde sería corresponsal de guerra en Sarajevo—, enviado por el periódico francés Express. Su intención era visitar a Fidel Castro, y para eso se valió de su amistad con Carlos Franqui, el director del periódico Revolución, órgano de difusión del Movimiento 26 de Julio. Franqui lo llevó un domingo a una granja experimental a la que cada semana asistía el líder de la Revolución cubana. «Y llegaron los comandantes con sus habanos», contó alguna vez Goytisolo. Franqui le presentó ante el comandante como el ‘gallego’ —como llaman en Cuba a los españoles— que en lugar de irse de Cuba se había quedado para entrevistarlo. Encantado con el personaje, Fidel le invitó a conocer una bodega de vinagre que había en el sitio de la que se sentía orgulloso, pero Goytisolo era alérgico al vinagre, y tuvo que soltarse del comandante, que lo llevaba del brazo, y que tomó el episodio como un desaire. Nunca se produjo la entrevista.
Por entonces, la experiencia del régimen franquista en su país había convertido a Goytisolo en un entusiasta de la Revolución cubana, pero en su segundo viaje, aquella imagen se derrumbó.
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Juan Goytisolo Gay nació el 5 de enero de 1931 en Barcelona. Creció odiando los valores conservadores de su sociedad y la dictadura fascista que los promovía y que gobernó en España cerca de cuatro décadas. La familia de Goytisolo la había sufrido incluso desde antes de que llegara al poder. Su madre,Julia Gay, había muerto en un bombardeo en 1938. Había salido al mercado, pero eran los tiempos de la Guerra Civil Española. El pequeño Juan tenía 7 años, y más tarde, diría: «No soy hijo de mi madre, sino de la Guerra Civil, de su mesianismo, de su odio». El régimen de Francisco Franco continuaría hasta la muerte del dictador en 1975, tiempo suficiente para bloquear al escritor y para llevarlo a buscar un camino por fuera de su país, al que nunca volvió para quedarse.
Narrador y ensayista, sus primeros trabajos se enmarcan en la corriente del realismo social, para luego pasar al uso de las técnicas estructuralistas. En su literatura, siempre estuvo preocupado por aquello que está al margen de la mirada occidental: criticó duramente a la clase burguesa y planteó desde su escritura una reivindicación del mundo árabe, del que celebraba la herencia cultural que había dejado en la península ibérica como resultado de los casi ocho siglos de ocupación. De hecho, sus últimos veinte años los vivió en Marrakech, la cuarta ciudad de Marruecos, ubicada al oeste de ese país. Autoexiliado de su país desde la década de los cincuenta, las suyas fueron unas letras de disidencia.
Obra
Mientras en España se mantenía el régimen franquista, los libros de Goytisolo eran censurados en ese país, de modo que sus trabajos eran publicados en otras naciones de habla hispana con una industria editorial importante, como México y Argentina.
Su primera novela, Juegos de manos (1954), habla de un grupo de estudiantes universitarios que, movidos por una especie de anarquismo de salón, intentan asesinar a un político y terminan desbordados.
Duelo en el paraíso (1955), ambientada justo después de la Guerra Civil Española, trata sobre la violencia que se desata cuando los niños ganan algo de poder sobre un pueblo pequeño.
Luego de publicar Fin de fiesta (1962), cuatro historias sobre el matrimonio, su estilo se volvió algo más experimental. La novela Señas de identidad (1966), a la que se refería como su «primera novela adulta», es con la que inicia la llamada trilogía de Álvaro Mendiola, en la que Goytisolo narra un relato ficticio sobre su vida. Esta primera parte reconstruye —a través de un remolino de recuerdos, fragmentos de artículos de prensa e informes policiales y monólogos interiores— el pasado de Mendiola, un fotógrafo exiliado que vuelve a Barcelona luego de terminada la Guerra Civil. Aquí ya Goytisolo celebra la herencia de los moros en la España del siglo XX.
La segunda parte, Reivindicación del Conde don Julián (1970) —considerada por algunos como su obra maestra— es mucho más osada. Ensaya transformaciones del lenguaje, al que Goytisolo percibía como una herramienta de poder político. La novela es un ataque a España por su crueldad y su hipocresía. Exiliado ahora en el Tánger (Marruecos), el narrador se venga de su patria en una fantasía —alimentada por las drogas— en la que se confunde a sí mismo con un legendario traidor, Julián, Conde de Ceuta, acusado de facilitar la conquista de los moros en la Península ibérica.
El escritor mexicano Carlos Fuentes se refirió a esta novela así: «El más terrible ataque que he leído en mi vida contra las fuerzas de opresión de un país».
La trilogía acaba con Juan sin tierra (1975), una novela que, aunque parece independiente —porque se puede leer sin necesidad de pasar por las otras—, establece varias conexiones con las partes anteriores, convirtiéndose de alguna forma en un ensayo sobre la topología del relato.
La vida en el exilio
De 1948 a 1952, asistió a las universidades de Barcelona y Madrid, pero poco después se exilió en París. Cuando Dionys Mascolo, editor de Gallimard (una de las editoriales más grandes de Francia) supo que estaba viviendo en París, se refirió al barcelonés como «el español que estábamos buscando». Aunque había muchísimos autores contrarios al régimen de Franco en París, Goytisolo tenía un perfil refinado, cercano a la nouveau roman y todo el aire de quien podría triunfar como un escritor leído en toda Europa. Más tarde, fue contratado como asesor por la editorial.
Durante ese período escribió varias novelas de corte neorrealista, pero, como le pasó con Cuba y el Partido Comunista francés —cuyas formas le recordaban a la Iglesia católica—, fue perdiendo el entusiasmo por el realismo social.
En 1955, conoció a Monique Lange, una editora de Gallimard que luego sería escritora (su obra más famosa, Casetas de baño, fue publicada en 1982) y después guionista de cine y biógrafa de Edith Piaf y Jean Cocteau. En una entrevista televisiva en la década de los sesenta, Carmen Balcells —la editora de Gabriel García Márquez y Vargas Llosa— se refirió a Lange como una de las personas más influyentes del mundo editorial europeo. Goytisolo y Lange empezaron una relación amorosa y enseguida se mudaron a vivir juntos, pero en 1963, Goytisolo reconoció su homosexualidad, y, durante un viaje a Rusia, le escribió una carta de confesión, incluida en sus memorias, que fue —según dijo— la cosa más difícil que tuvo que hacer en su vida.
No he estado nunca tan cerca de nadie como de ti. Ni he ido más lejos en el amor que contigo. […] Me angustia tu reacción y secretamente la deseo. […] Sé que destruyo mi dicha de estar junto a ti y la tuya de estar junto a mí, que siento tan fuerte. He comenzado la carta muchas veces con el ánimo encogido. Hago preces por que no la tomes por una ruptura, aunque no puedo hacer nada contra esta.
La respuesta fue un telegrama: «Semana inhumana pero te quiero». Pese a la crisis, siguieron, se casaron en 1978, y vivieron juntos hasta la muerte de Lange en 1996.
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Goytisolo y Lange ya eran pareja cuando conocieron a una de sus mayores influencias, Jean Genet, escritor, poeta y dramaturgo rebelado contra las buenas costumbres que pasó varios períodos en la cárcel (por robo, falsificación y conducta obscena), lugar que aprovechó para escribir. El día que se conocieron, Genet preguntó:
—¿Es usted maricón?
Goytisolo contestó simplemente que había tenido «algunas experiencias».
—¿Experiencias? Habla usted como un pederasta inglés.
A través de Genet, Goytisolo entendió que su homosexualidad era la entrada por la puerta grande a la disidencia. En la contraportada de su libro Genet en el Raval, el español escribió este testimonio:
Si en mi juventud imité de modo más o menos consciente algunos modelos literarios europeos y americanos, él ha sido en verdad mi única influencia adulta en el plano estrictamente moral. Genet me enseñó a desprenderme poco a poco de mi vanidad primeriza, del oportunismo político, del deseo de figurar en la vida literario-social, para centrarme en algo más hondo y difícil: la conquista de una expresión literaria propia, mi autenticidad subjetiva.
Al igual que Genet, Goytisolo detestaba las definiciones, las causas y los protocolos. Cuando le preguntaban qué tipo de escritor era, respondía: «Un escritor anómalo». En Coto vedado, escribió que era «ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías». Sin embargo, en 2014 recibió el Premio Cervantes, el reconocimiento más importante para escritores de lengua castellana.
Y esa de no pertenecer a nada, y de buscar su propio camino lo llevó a experimentar con el lenguaje y a admirar y estudiar a los autores que llevaron al extremo al idioma español. Goytisolo ensayó, por ejemplo, sobre Paradiso, de José Lezama Lima; Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante, o Terra nostra, de Carlos Fuentes.
Goytisolo, el moro
A partir de su mudanza a Marrakech, escribía sus columnas para el diario El País, desde una postura que conjugaba la mirada del español en el exilio con la del admirador de las culturas árabes, y hacía críticas, por ejemplo, a la participación de España en la invasión a Irak y a la forma simplista en la que el mundo occidental tiende a percibir al mundo islámico.
«Tenía un gran interés por el mundo árabe que cultivó de forma abundante en sus escritos. Y los árabes lo admiraban por sus posturas críticas con los regímenes dictatoriales en Libia o Irak y por defender a los musulmanes de Sarajevo y a los palestinos», dijo Brahim Jatib, el escritor marroquí que más ha traducido al español.
En Las casetas de baño, la narradora de Lange hace referencia a un personaje al que solo se nombra como el marido. Tal como las ficciones biográficas de Goytisolo, ella describe un poco al escritor español:
No va a dar con otro español que lea el Corán, que tenga siempre un manual de gramática árabe en su mesilla de noche, que todos los domingos vaya al hamman de la mezquita, le guste la harira y escriba libros hermosos, cada vez más difíciles para los demás y para ella.
Goytisolo fue enterrado en el cementerio civil de Larache (cerca de Tánger). A su lado se encuentra la tumba de Jean Genet.