El programa se emitió por primera vez el 2 de mayo de 1998. La fiesta de celebración será el viernes 17, con música en directo y su DJ set.
Un día como ayer, hace 21 años, El Vagón Alternativo se estrenaba en Ecuador. La primera canción que pinchó su conductor fue Go your own way, pero en la versión de los irlandeses The Cranberries. El tema -original de los blueseros británicos Fleetwood Mac- inicia con un punteo de guitarra que presagia un gran recorrido, casi espontáneo, por un camino auténtico, propio, eterno.
El conductor era -es- Edwin Poveda y recuerda su primera transmisión en el nido de discos que ha montado en la parte superior de su casa, al norte de Quito. Allí, entre libros musicales, piezas de colección, radios, reproductores y cojines estampados está la consola desde la que se genera una radiación que ya reconocen varias generaciones. La voz del presentador es la de quien nació angloparlante y aprendió el español con una sutileza remarcada por erres profundas. Suena como si a la versión de Dolores O’Riordan y Noel Hogan se le añadiera la fuerte batería de Mick Fleetwood. Y se me ocurre a mí -que soy rockero- que ese es el ritmo y compás de su programa dedicado a la música independiente. Pero la razón por la que Edwin eligió pinchar ese tema es menos compleja de lo que me imagino.
Radio Metro Stereo había dado con un melómano para difundir sonidos alternativos que se conocieran (Portishead, Oasis, The Cranberries); le propusieron eso y él respondió poniendo temas “raros”. La tarde en que paseo por primera vez cerca de su colección, coincidimos en la década sonora que llevamos estampada en camisetas, los setenta: él lleva un logo de T. Rex en el pecho, por entre una chaqueta, y yo el de Rainbow, bajo la mezclilla. Ambas bandas británicas, ambas rockeras que se deben haber colado en la hora de show que mantuvo en los noventa, cada sábado, o en las cuatro por jornada con las que recibía este milenio. En 1998, el trip hop de Massive Attack o el nu metal de Korn poblaban este tipo de estaciones, recuerda Edwin, investigador de las cuatro últimas décadas del siglo XX.
Todo se repite. “Ante el bombardeo de Spotify, parece que hubiera menos cultura, no hay quién te diga de dónde salieron ciertas canciones, de donde sacaron sus influencias”. Ahí entra humeante El Vagón… en su viaje acompasado que discurre a través del tiempo con historias y épocas como paradas, pausas sin silencios. Y si hasta la catedral de Notre Dame no estuvo protegida de la destrucción del fuego, un archivo como el de quien nos ocupa cuenta con respaldos digitales, copias varias, además de un heredero, su hijo José (Joe) que ha cumplido 9 años, menos de la mitad de lo que su padre lleva haciendo radio.
El 8 de junio de 1992, Edwin Poveda llegó al país desde Los Ángeles, California. Mientras él volaba, su colección -unos 500 CD en ese entonces- navegaron sobre un contenedor. Ahora el número se ha sextuplicado y está acompañado de casetes y acetatos que sobrevivieron a ventas esporádicas que hizo en los noventa, cuando era impredecible que el vinilo resucitaría en las perchas de tiendas discográficas y hasta en fábricas. Hijo de padres ecuatorianos residentes en EE.UU., el coleccionista atesora algunos LP de boleros, que empezó a escuchar cuando sus lecturas se especializaron en historias musicales, no siempre biografías o revistas, sino soportes tan preciados como los álbumes y sus detalles impresos. Siempre le interesó descubrir bandas nuevas y poner la oreja en lo que no se difundía masivamente. Ese bagaje acumulado ha sido el de sus escuchas a través de cada comentario radial.
Cada vez que viaja -antes de visitar sitios turísticos, antes de pasear por una u otra calle- Edwin busca las tiendas de discos en cada ciudad a la que llega. El método, dice, es llevar una lista de títulos que no están en su colección. También se informa sobre lo que está sonando en el país que lo acoge. En Suiza, por ejemplo, preguntó sobre la música independiente o alternativa que resuena, la escuchó, valoró y seleccionó con miras a pincharla en El Vagón Alternativo. Entre esas búsquedas encuentra valiosos box sets, como alguno de Siouxsie & The Banshees (Classic Album Selection) o de Joy Division (Heart and Soul) que tiene a mano al momento de esta entrevista.
Las estanterías conservan joyas de géneros variados (los organiza de forma diversa), entre los que resaltan los Sex Pistols hasta Bush, New Order, Alice in Chains o The Smashing Pumpkins. Hay una sensación física en cada álbum, su caja y álbum que pueden contener reediciones, lados B o demos, si el aficionado es afortunado. “Puede ser una ventaja que hoy haya acceso a mucha música en Spotify, pero al haber tantos artistas allí se hace duro para sus usuarios el seleccionar a las bandas, sus tesoros. Se necesita suerte para hallar lo mejor. Hay locutores que hacen el esfuerzo para encontrar lo ‘raro’, mostrar que hay más cosas ahí que lo comercial, como he hecho en estos años, contando la historia de cómo se grabó un single y qué estaba pasando por la mente de sus autores mientras lo hacían, si había crisis emocionales o un miembro se estaba yendo…”. Mientras celebraba dos décadas en esto, a Edwin Poveda le avisaron que ya no estaría en la frecuencia modulada.
La Metro venía cambiando los formatos de sus transmisiones y entre esas reformas no valoraron el estilo de uno de sus programas más clásicos. Hubo imposiciones como la Ley del 1×1 y una lista de artistas que no había elegido el conductor, quien no ha dejado de pinchar lo nacional. “Respeto a toda banda y género. Hay una escena increíble en Ecuador”, suelta el radialista, para quien el inglés no es un idioma condicional en la música. “Si los músicos se sienten cómodos con uno u otro idioma, pues es decisión suya usarlo. Yo tengo bandas que cantan en chino, japonés, alemán… a veces debo descifrar lo que dicen, pero es respetable, sobre todo el trabajo adicional que significa no componer en su lengua nativa”.
Desde el 2 de febrero de este año, el programa se transmite a través de internet. Los mensajes que llegan son agradecimientos por no haber dejado de lado cada edición, por no haberse rendido. “De la radio online me gusta que no hay filtros, puedo poner lo que quiera, y prácticamente soy el dueño de mi propia estación”, sonríe el coleccionista, junto al par de laptops, mixer y computador de su estudio. “No descarto volver a la FM, estoy analizando alguna propuesta y me interesa, pero ahora tengo más contacto con los fans, les doy premios de forma más directa”. Edwin Poveda recuerda como influencia y colega en la afición sobre el coleccionismo musical a Édison Soto (locutor del Museo del Rock hasta su muerte, en 2009), quien le recomendó a The Jarvis Street Revue y su disco Mr. Oil Man. Rarezas que seguro se podrán escuchar en la próxima emisión de El Vagón.