El rock, una forma de vida que no se ajusta a ningún orden

Editorial

Sábado 23 de marzo de 1996. Ese día, en Ambato, estaba previsto que se realice un concierto de rock en el que se presentarían las bandas Incarnatus, Demolición, Cry y Sacrificio Punk. El lugar del evento se había cambiado debido a una petición de los moradores del barrio Los Tres Juanes al Intendente de Policía.

Daniel González Guzmán toma el testimonio de Juan Vásconez, uno de los organizadores del concierto para relatar lo que pasó después: “Alrededor de las 17:00 cientos de rockeros llegaron a la ciudadela San Cayetano, lugar donde se había decidido trasladar el evento. Sin embargo, un operativo conjunto entre policías y militares se había preparado para ‘prevenir’ cualquier ‘desmán’ que la masa de ‘antisociales’ congregada en torno a aquella ‘música diabólica’ podía efectuar.

Sin motivo alguno, los uniformados suspendieron el concierto e iniciaron una redada entre los asistentes. Los roces entre los rockeros y los ‘chapas’ no se pudieron contener y estos últimos comenzaron a repartir toletazos, golpes e insultos y, pese a la protesta de los rockeros, arremetieron con toda la fuerza represiva de la que son capaces. La violencia llegó a extremos tan reprochables como lo cuenta Juan Vásconez: ‘Estaban separando a los que tenían el pelo largo y a los que no. Les requisaban todo: plata, casetes, discos compactos… y a los que les encontraban papeles que tenían que ver con el rock les hacían comer, a uno le hicieron comer hasta un condón. Además se llevaron toda la plata de la taquilla’”.

El camino que ha recorrido el rock en el Ecuador muy pocas veces ha sido plano; al contrario, su historia está marcada por cuestas llenas de estereotipos, represión, discriminación… Y quienes han generado esa violencia alrededor de las personas que han decidido hacer del rock una forma de vida tienen nombre y apellido: familia, iglesia, policía, medios de comunicación, gobiernos y otras instancias públicas y privadas que no se sienten cómodas cuando un grupo humano no se ajusta al molde del “buen comportamiento”.

Por ello, en esta nueva edición del suplemento cultural, rendimos un homenaje al rock ecuatoriano y a aquellos movimientos rockeros de la capital y del país que han tenido que rodar siempre cuesta arriba. Que la disfruten.