«La agrietada voz de ‘don Naza’ reacciona como un resorte al ‘ataque’ de un tambor; al beligerante güiro lo deja estar en un segundo plano destinado a convertirse en la sombra de su vozarrón portentoso que repite y repite: “Yo le pedía y ella me daba por la mañana”. Lo hace tantas veces, tantas, que la frase se vuelve como el dulce de coco en la boca. La estirpe de ‘don Naza’ es la de los arrullos bambucos, chigualos y décimas. Es el ritmo que se escucha cuando hay fiesta en las casas de Rioverde un domingo, luego del almuerzo familiar. Son los tonos de la zona norte de Esmeraldas, la que los negros tocan de memoria con los dedos, sobre el borde de la canoa y la atarraya».
El texto anterior podía leerse en la edición de CartóNPiedra del 28 de abril de 2013, cuando empezaba a circular la serie discográfica De taitas & de mamas, proyecto impulsado en conjunto por el Ministerio Coordinador de Patrimonio y la productora Mariandalab, dirigida por el músico Ivis Flies, con la intención de registrar y preservar el patrimonio intangible. El primer músico en esa serie fue Segundo Nazareno Mina, ‘don Naza’.
Su vozarrón era un llamado al baile que ni las piedras ignoraban. Su canto estremecía y se apagó la tarde del martes 28 de marzo a causa de un paro respiratorio. ‘Don Naza’ tenía 97 años y vivía desde el año pasado en un asilo de Esmeraldas, ciudad en la que nació y que representó al son de la marimba.
El marimbero Lindberg Valencia, uno de los discípulos del artista nacido en Santa Rita, no recuerda con exactitud cuándo empezó a cantar, pero debió haber sido en su juventud temprana: aquellos cantones de San Lorenzo, en Esmeraldas, tienen una fuerte tradición arrullera.
«‘Don Naza’ asumía la marimba como una herencia. Era cantor a tiempo completo hasta que sus fuerzas se agotaron para el canto», dice Valencia sobre el músico nonagenario. «Aunque ya tenía 97 años, cuando sus amigos lo visitaban, los acompañaba cantando».
Gracias a su potente voz, ‘don Naza’ fue reconocido en 2001, a los 81 años, como el mejor intérprete vocal de música tradicional del Pacífico colombo-ecuatoriano, en el festival caleño Petronio Álvarez, que congregó a los mayores exponentes de la música tradicional costera de la zona.
Valencia —heredero insigne de los bolillos— define a ‘don Naza’ como parte de un selecto grupo de cultores que entregaron su trabajo con fuerza, aun en sus últimos años de vida, para preservar la marimba como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
«Debemos recordarlos con gratitud porque gracias a todos ellos se conoce nuestra cultura. A pesar del olvido y la desatención en la que generalmente viven (patrimonios vivos) son los que más trabajan por su pueblo. La provincia de Esmeraldas es una potencia turística y ellos dan a conocer su tierra más que cualquier otro profesional», sostiene Lindberg Valencia.
En 2001, cuando tenía 81 años, ‘don Naza’ fue reconocido como mejor intérprete vocal de música tradicional del Pacífico colombo-ecuatoriano, en el festival caleño de música Petronio Álvarez. Ese concurso congregó a los mayores exponentes de la música tradicional costera de la zona y participaron alrededor de ochenta grupos.
El velatorio de ‘don Naza’ incluyó arrullos y bombos —instrumento que él interpretaba— y sus restos están en el cementerio de Esmeraldas. La mañana de ayer, el marimbero Alberto Castillo recibió la noticia del deceso, el cual le trajo recuerdos.
Castillo enseña en el Conservatorio Municipal de Esmeraldas a tocar la marimba, una labor de preservación que se ido poniendo difícil. Según el multiinstrumentista Tito Ponguillo —quien da cátedra en Quito—, la marimba necesita mayor atención por parte de los jóvenes de la provincia verde para subsistir.
Castillo, cultor de la marimba cromática, comparte los espacios de los bailarines esmeraldeños en formación para que la tradición sonora del Pacífico Sur perdure.
En el barrio esmeraldeño Mina de Piedra se encontraron los amigos y admiradores del artista que vivía allí cuando grabó el disco titulado Yo soy el hombre, en 2003.
A fines de 2015, y mientras integraba el grupo Bambuco —bajo la dirección de Larry Preciado y junto con Hugo Quiñónez, Iván Montaño y Alfredo Preciado—, ‘don Naza’ recibió un homenaje de la Prefectura de Esmeraldas, por su aporte a la cultura en el teatro Tácito Ortiz.
A lo largo de su trayectoria, ‘don Naza’ llevó su potente voz por distintos grupos, entre los que se encuentran el de la fallecida Elí Lerma; Tierra Son y Tambor, invitado por Papá Roncón; el de Petita Palma, Tierra Caliente y, obviamente, Bambuco, con el que viajó a Estados Unidos, Colombia y México para dar a conocer la música afroecuatoriana.