‘Despertar’ o el monólogo de una mujer orquesta (GALERÍA)

los textos confrontan al espectador, invitándolo a reflexionar desde la risa

UNO

20:00. Las luces se apagan. Este lugar no es un cine, pero una pantalla se enciende. Una mujer camina -niño en brazos- entre una multitud que la ignora. Suenan fierros, muchos, es el ruido constante de la fábrica, la música infernal del obrero. Preámbulo. Ese ir y venir es el resumen de su vida; condicionada, esclavizada por el tiempo. Cae la pantalla, el escenario está dispuesto. Una habitación sencilla: una cama, una refrigeradora, una cocina, lo justo para vivir. El despertador acecha desde una mesita de noche. Un hombre duerme, profundamente, y junto a él, una mujer trabaja -sigue trabajando- con los ojos cerrados, soñando en voz alta: “Abajo con el taladro… dos tuercas… una soldada… abajo con la corta… ¡Aaaayyy, me corté los dedos! ¡Ayúdenme a recogerlos, por favor! A mi jefe no le va a gustar esto…”.

La mujer despierta llorando, pero enseguida se ríe al descubrir que fue una pesadilla. (¿Despertó?) Mira el reloj y su sonrisa vuelve a apagarse. Un nuevo día ha comenzado. Aunque eso de ‘nuevo’ -ella lo sabe- es solo un decir.

DOS

Dirigida por Iván Morales e interpretada por Rocío Coronado, Despertar es una comedia triste, el monólogo de una mujer orquesta, una oda al desencanto. La obra retrata y cuestiona -con humor fino y diálogos agudos- el rol de la mujer en la sociedad, sobre todo el de la madre que debe enfrentarse a un sinnúmero de oficios.

Fue escrita en la década del 70, pero la adaptación sorprende por la vigencia que cobra en el siglo XXI.

Despertar fue originalmente ambientada en las fábricas italianas de las décadas del 60 y 70, pero la adaptación sorprende por la vigencia que cobra aún en el siglo XXI.

Escrita por el Premio Nobel Darío Fo y su esposa, la dramaturga y actriz italiana Franca Ramé, la obra gira en torno a una mujer obrera, madre de un pequeño niño, que se ve enfrascada en un trabajo constante -dentro y fuera de la fábrica- sin el mínimo apoyo de nadie, incluido su esposo, que a la larga se convierte en un adorno más.

La grandeza de Despertar radica en lo cotidiano, en su lenguaje sencillo para mostrar aquello que se vuelve un hábito, aquello que -lamentablemente- se normaliza. “Reímos por no llorar”, dirían los sabios populares, aquellos que no conocen mejor escuela que la vida.

TRES

Pero un buen guion sin alguien que lo encarne a la altura, por más brillante que sea, terminará siendo un fracaso. Rocío Coronado (Quito, 1958) no solo lo interpreta de manera impecable, natural y honesta, sino que, además, invita al espectador a ser juez y parte de la obra. A través de la risa nos vuelve cómplices de la historia y esa complicidad es síntoma de conciencia. 

“Me gusta desde el título, porque es precisamente lo que yo misma hice hace un tiempo: desperté, sobre todo cuando empecé a hacer teatro (a los 51 años), a quitarme las máscaras, a ser simplemente quien soy. En ese sentido me conecto mucho con esta obra, saber que puedo sacudir a algunas mujeres y hacer que se pregunten ¿En verdad quiero seguir desdoblándome, atropellándome contra el tiempo, mientras un macho duerme a mis espaldas, anulándome? Esa es la maravilla de poder actuar con la verdad, desde la honestidad y con la risa”.

“En la carcajada se  abre la boca, pero también  el cerebro, y en el cerebro se  clava la razón” (Molière).CUATRO

Encuentro un fragmento del prólogo con que Franca Ramé solía empezar sus monólogos:

“El espectáculo está construido en clave cómica, en grotesco. Lo hemos hecho así con toda intención: ante todo, porque las mujeres llevamos dos mil años llorando, y esta vez nos reímos (…) y luego porque un señor que sabía mucho de teatro, un tal Molière, decía: ‘que para reírse hace falta inteligencia, agudeza. ¡En la carcajada se le abre la boca, pero también el cerebro, y en el cerebro se clava la razón!’”.

Esperemos que esta noche alguien vuelva a su casa con la cabeza clavada. Empecemos.

CINCO

Las risas del público son el mejor termómetro. Lucidez y humor invaden la sala. Desde que la mujer despertó ha hecho mil cosas, busca, prende, cambia, apaga, y ese pequeño niño -el ser que la reconcilia con el mundo- es el único que la sostiene. Necesita salir al trabajo pero no encuentra las llaves. Su búsqueda se vuelve una tortura; su casa, un laberinto. “Si tan solo fuese domingo”, parecería decirnos. “Volver a la cama, dormir sin reloj, soñar que soy libre”.

Con Despertar nadie se sentirá ajeno porque aunque esa realidad no sea -directamente- la suya, sabrá que de alguna forma ya la ha vivido, porque a todos nos ha amamantado esa madre miope llamada sociedad. Y desaprender de ella será por tanto uno de los mayores retos.

DATOS

‘Despertar’ se presentará desde hoy hasta el sábado 5 de abril, a las 20:00, en la Casa Humboldt (Vancouver y Polonia). Entrada: $ 10 (jueves 2×1).

Rocío Coronado (Quito, 1958) ha actuado en las obras Modigliani de Dennis McIntyre, Evy y Polly, de Neil Simon, Lady Macbeath de William Shakespeare, Estás dormido de Alberto Miralle, Las Tres gracias basada en el cuento homónimo de Raúl Pérez Torres, entre otras.

Iván Morales (Quito, 1957) es director del Grupo Solsticio. Ha sido fundador del Acting School en Chicago (Estados Unidos) y de FAMA, Escuela de Actuación en la capital.