Cuerpos que (se) miran y amplían el mundo

En uno de sus ensayos, Kuniichi Uno dice: «El cuerpo es esa ruptura incalificable. Él es ese extraño comienzo y recomienzo que puede colocar en cuestión un poco de todo, el pensamiento la narración, la significación, la comunicación, la historia: él introduce una catástrofe en el tiempo que fluye (…)»1. Si bien el filósofo japonés habla de los cuerpos en general —dejando entrever la singular extrañeza contenida en ellos y cómo esta pone a tambalear todo— la frase se intensifica en mí luego de ver Cuerpos que (se) miran (muestra en la galería de Flacso, Arte Actual, en Quito), por la contundencia de la expresión de los cuerpos que erigen las obras que la ensamblan.

La exposición exhibe trabajos de diez artistas de diversa procedencia territorial y lenguajes que (la mayoría) ponen en juego sus propios cuerpos considerados discapacitados —pues no encajan en el patrón de la normalidad social— o que (en el caso de los que no tienen una discapacidad) se vuelven vehículos para mostrar cuerpos que las tienen, para radicalizar la idea de ruptura que Kuniichi Uno identifica como intrínseca a todo cuerpo. Y digo que estos cuerpos encarnan una ruptura de un modo particularmente contundente porque sus maneras de accionar logran estallar los límites que sobre ellos imprime la sociedad, al ser considerados otros o, de algún modo, disminuidos.

Estos trabajos presentan una magnificación de la potencia de estos cuerpos. Desde ahí las obras provocan el advenimiento de nuevas posibilidades de representación y autorrepresentación que empujan, a su vez, la apertura a una dimensión ética que siempre se planta cuando uno se aboca a reconocer al cuerpo como material que permite la encarnación y el flujo de la vida.

Karina Marín, investigadora literaria con énfasis en los estudios del cuerpo y la discapacidad, y Paulina León, artista visual y performera, también con un interés agudo sobre los cuerpos, son las curadoras de esta exposición importantísima para la escena artística y social. Cuerpos que (se) miran no solo pone en valor estos devenires estéticos de las reflexiones vitales de varios artistas que tienen en común todo lo antes dicho, sino que está articulada de tal manera que insta a preguntarse sobre los modos en que miramos a estos cuerpos y nos miramos a nosotros mismos como cuerpos que negocian también su lugar físico y simbólico en el entramado social, y permiten —o no— ocupar un lugar en este tejido a otros.

Cuerpos que (se) miran nos mira de frente a quienes asistimos a ella. No hay cómo mirar las imágenes sin que ellas nos miren y escarben en las profundidades que nos constituyen. La mirada se reposiciona enseguida, no solo por lo que contiene cada una de las obras, sino por el corpus que constituyen gracias a la museografía. La muestra opera permanentemente en varios niveles de realidad, lo que convierte a la experiencia de atravesarla en un tránsito de riqueza profunda. Por ejemplo, las fotografías y los videos están varios centímetros por debajo de lo que suelen estar colocadas obras desarrolladas en los mismos soportes, en contextos expositivos habituales. Claramente, la disposición de estas piezas permite que cuerpos que no poseen la altura regular o se desplazan en sillas de ruedas, puedan observarlas sin la tensión de recurrir a maniobras incómodas para lograrlo. Por el contrario, son los cuerpos que habitualmente no tienen que adaptarse para observar los que tienen que emplazarse aquí de otro modo, aunque sutilmente.

Cabe decir que todas las obras cuentan con narraciones en audio o en braille, para que aquellos que, por ausencia de alguno de sus sentidos, no puedan acceder a ellas cuenten con otras vías de entrada. La apertura a diversos modos de comunicar pone de manifiesto la tiranía silenciosa que pueden encerrar ciertos lenguajes que muchas veces se ubican como únicos y que, a su vez, jerarquizan ciertos sentidos por sobre otros. La curaduría muestra su total cuidado en estos detalles que se complementan con la organización de visitas guiadas con lenguajes de señas, el desarrollo de talleres especializados, mesas de diálogos, proyecciones, etc., que se generan en paralelo, con lo cual la exposición se cobija en una programación que permite tanto ampliar su acceso como seguir problematizando todo lo que de ella se despliega.

Todas estas características me hacen pensar que la muestra —que estará abierta hasta el 21 de julio— se expresa de manera profundamente política, porque toma una postura sobre lo que implica estar en la polis de manera activa, comprometida, crítica, sensible. Pero también es profundamente política en el campo artístico porque no hay una condescendencia en la calidad de las obras que la constituyen. Todos son trabajos que se han hecho de manera categórica un lugar en la escena artística, ya que abren nuevas posibilidades al lenguaje en el que se expresan.

Para dar un par de ejemplos están los videos de Bill Shanon, un artista estadounidense que nació con una condición degenerativa de su cadera, lo que le hace apoyarse con muletas. Su práctica, que pendula entre la danza y la performance, se articula desde el conocimiento exhaustivo de su singular anatomía y se desarrolla desde un lenguaje que a su vez se desarrolla en el ensamble de prácticas diversas: el hip hop y el manejo de la patineta, para mencionar las dos más visibles. Y, por otro lado, para nombrar una pieza de una artista ecuatoriana, está la instalación de Cristina Mancero, denominada ‘Y un hueco nunca más se cerró’. Su trabajo es una resonancia plástico-poética de la observación y reflexión exhaustiva sobre sí misma desde la mutación de su propia voz por una afectación en su aparato fonador, que va más allá, para abordar un campo más amplio sensible sobre el silencio, la palabra, la fragilidad, la sonoridad, etc.

Todos los artistas que se muestran a través de sus obras parecen funámbulos de la realidad en la que se inscriben: la realidad cotidiana, la realidad del arte, pues caminan en la cuerda floja de sus propias posibilidades, desafían las leyes del equilibrio y abren unos tránsitos que no solemos contemplar como posibles.

Notas

1. Uno Kuniichi. A gênese de um corpo desconhecido. Sao Paulo: N-1 ediciones, 2014, pág 51. (La traducción de la cita es mía)

Pies de foto

1. ‘Anatomical leg’, de Omkaar Kotedia (Inglaterra), dedicado a la fotografía publicitaria y retratos editoriales. Trabajó en The Alternative Limb Project, proyecto de Sophie Oliveira para la creación de prótesis artísticas como una celebración de los cuerpos diversos.

2. Santiago Forero (Colombia) examina, a través de autorretratos, las ideas de escala e identidad en relación a otros cuerpos, incluido el suyo.

3. Los videos de Lisa Bufano (EE.UU., 1972-2013) muestran sus performances, que consistían en manipular su propio cuerpo para explorar de formas alternativas de movimiento y locomoción.

4. La fotógrafa Charlotte Epstein (Inglaterra) trabajó, como Kotedia, en The Alternative Limb Project.