Carlos Luis Ortiz: Ritmo e idea

En cada una de sus interpretaciones del fenómeno poético, Octavio Paz (la referencia es inevitable) dotó al ritmo de un rol central. La precisión, en todo caso, puede ser redundante para cualquiera que escriba poesía: una cadencia, un latido antecede siempre la primera letra escrita. Hay autores que se entregan a ella sin resistencia y hay los que intentan doblegarla. Carlos Luis Ortiz es de los primeros, no por nada sus referencias provenientes del cool jazz.

En ese sentido, si algo se debe resaltar de los poemas de Fuego de San Telmo de Carlos Luis es la elocuencia de su respiración: traspasa a todos ellos un ritmo inconfundible. A ese ritmo además se suma, a momentos, su inquietud por asir las ideas. Por ejemplo, en ‘La poesía está en su lugar’ parece decir eso mismo, que la poesía está en su lugar, casi sin ser percibida ni nombrada, que «lo anónimo es más puro y tiene pelaje para el frío» y que esa anonimidad es rabiosamente contundente, porque «la contundencia tiene ira» y «la ira es veraz y a veces abstracta». Pero si la tensión entre ritmo e idea se emplaza en la base de la escritura poética misma, me parece que es en la imagen donde Carlos Luis a veces encuentra su mayor obstáculo. Sus versos, compuestos a menudo por varias cláusulas, tienden a intrincar las imágenes, que se suceden una tras otra obedeciendo al impulso rítmico de la escritura. A veces el obscurecimiento de ciertos sentidos favorece al ritmo del poema, otras, lo hace aterrizar en imágenes fragmentadas y vacías. Tal vez ese sea el riesgo que corre todo aeronauta fanático de Chet Baker.

Giovanni Bello

EL FUEGO DE SAN TELMO

Aquello que tan altamente se dibuja, que tiene destellos y flores amarillas

del que se desprenden todas las ruinas del tiempo, las iglesias unidas a un puño de luz,

la paz de las calles negras, la piedad de los extraños en reflejos circulares

en electricidad y corriente que se despliega por encima del mar cabrío

aquello que se entumece como un muerto joven

que crece en el azogue de la vida

en llamas ocultas

en infiernos agoreros

si es que en el infierno hay buenos augurios y templos

aquello que se escapa de la estrella más antigua, de la línea que hacen las tres marías en la noche

y se dilata en la culebra que crece en la cabeza del navegante

donde pule el hierro en que reflejarse

el fuego oh fuego de San Telmo

el que se mira desde abajo

el que procrea nacimientos

y entraña los secretos de antiguos filibusteros

Oh Fuego de San Telmo

descarga remontada en azul, en púrpura

desde las habitaciones eléctricas de otros cielos

tú, resplandor de augurios y presagios

dame la calma hoy que las guías disparan otros senderos

hoy que la brújula tiende a ser de hielo

y norte y sur se disipan en macrocosmos

y en trinos celestiales,

Oh fuego de San Telmo, descarga las nubes sobre mi cuerpo

limpia la sal de viejas travesías

la marea es negra y áspera la cubierta de mi frente

Dios pincela con saliva el día mustio

Dios hace de grises la nave

y sobrevuela sobre el farallón sobre el que escribo

con su túnica blanca como

la costra que la madrugada hace sobre el agua.

fuego oh fuego de San Telmo

«Haced del mar nuestra patria».

LUCIANA CON LUZ Y SOCIEDADES DE FONDO

Los escenarios que iluminan el torso desnudo del jinete de mar

son la limpieza que purifica el sueño del padre

quién ahora mira como los fantasmas del presente se evaporan

como las antiguas cárceles de barrotes cincelados con sabia humana cambian de colores.

Están dispuestos nuevamente los espacios abiertos

la luz que triza la cabeza de pintores muertos a los que reza su melancolía.

Modigliani, Klimt, Utrillo,

Modigliani / Modigliani

unísonos en la neblina del ayer inquebrantable

Luciana conversa en un lenguaje arcano con niños que hacen su casa de salmuera

su hospedaje es caliente donde todos hablan bajo porque afuera la vida los despierta.

Se muy poco de su idioma, pero es emergente en mi medio día

el cristal mezclado con viento

el rojo y el negro de sus diálogos

sus amigos lejanos e inteligentes.

Luciana traerá en sus manos el agosto de los enigmas

me contará como estiraba el pincel Amedeo

como enloquecía Maurice Utrillo

como era Paris cuando todos los cuellos de las mujeres crecían

porque él vendrá de una patria donde ya todo ha sucedido

o quizás quiera compartirme el preciso instante en que despega la estrella de la mañana

la estrella de los alquimistas,

el ocaso de las basílicas y todos los secretos de sus puntas.

El jinete de mar aspira desde muy adentro las antiguas crónicas de indias

y los romances andaluces

el cante jondo

la saeta, el cantar

tiene la estirpe de los calés, de los navajos

y un collar de espinas para la defensa.

Un escenario de amarillo antiguo tiene su piel para el padre,

los girasoles de Rusia

la abundancia del agua en los tiempos de secesión

el saxo de Bubulina

«Para hacer esta armonía es preciso un nuevo ser,

capaz de nacer mil veces y crecer»

Luciana se ha perdido entre los tambores de Calanda

pero me llega su sonido 3.000, 4.000, 30.000 tambores para su fiesta en la espera

que nadie sabe de la altura de su travesía ahora

ni la posición de su brújula

Modigliani, Utrillo, Klimt, Shagall

tanto color ahora

y tanta cabeza desflorada

Luciana 2.000, 3.000 nudos de velocidad ahora

espero a que toques mi puerta de corazón transparentado.

Y que brotes en mi silencio como una hija de tres mil años.

«¿Dónde puedo encontrar un hombre que haya olvidado las palabras?»

Chuang Tzu

LA POESÍA ESTÁ EN SU LUGAR

Yo no soy un objeto,

nadie es un objeto

el universo es vertebrado y tiene alma sideral

no hay quien haya escuchado canciones de Chet Baker y no haya llorado alguna vez

ni limpiado sus lágrimas viendo la imagen de un santo

somos normales

seres normales

lo anormal es la manera en que vemos la vida,

lo anormal es llamarle «parca» a la muerte

la enfermedad está en la luz después del primer vaso y en todos los que en él entran

llámese familia, novias, mujeres andantes o riberas lejanas,

no hay sepulcro sin polvo que el día no haya ingerido para botarlo en nombre de la ausencia,

yo no soy un objeto

nadie es un objeto

el corcovado baile de un pájaro en el filo de mi terraza no es un objeto

ni la cancha de ecuavóley que han construido en vez de penthouse frente a mi casa es un objeto

porque tiene jugadores ausentes y les di nombre

les puse apellidos, los condené…

y está adornada de palomas sucias que tampoco son objetos

ni el grupo al que asisto cuando siento que agonizo es un objeto

porque lo anónimo es más puro y tiene pelaje para el frío

como el osezno que grita, grita adentro a un fondo perenne y voraz.

porque no he sido objeto de la burla ni del enganche

porque no, porque no hay objeto, todo se define con alma

al menos así dicen los corifeos de la noche que me visitan en triciclos y con parches

al menos así gritan desde las iglesias antes cines de la «ciudad/puerto»

al menos así acaricia un poeta a los gatos del parque

Y piensa en las postales de su amigo que ya no visita el viejo café

porque no, porque no somos objetos

porque la contundencia tiene ira, la ira es veraz y a veces abstracta

como lo que siento cuando escribo como la mujer que me ama

que a veces salta, muerde, grita y yo creo que es un juego

porque no, porque ya deben haber renacido los niños en las altas horas o

los afiches del viejo oeste para crecer dentro de ellos

porque al fin la poesía está en su lugar.

y no quiere líneas ni manchones ni tachaditos ni bombitas ni conejitos en vez de puntos

porque ya se cansó de que la hagan triangulitos

que le pongan epítetos y la hagan naufragios

porque no, porque no es un objeto porque tiene

abc

def

ghi

jkl

mno

pqr

stu

vwxyz

y ninguna de estas pequeñas haces de luz o de sombra son objetos

porque están en ellas la labranza y el hastío

porque el cloral ha resucitado

porque todo debe tener sentido

como las tardes de siesta

como el incienso en la casa nueva

porque no soy un objeto

al menos no hoy,

ni mientras pienso en quien soy.

porque he hecho un informe detallado de los últimos sucesos

de las últimas diligencias

y solo tiene lugar lo que se sale de él para reubicarlo adentro de un cajón de sastre o caja de pandora o lugar común o ciudad si se quiere,

y mañana otra vez vendré a repetirles

que por fin la poesía está en su lugar…

Sobre pajonales profundos en la unión monstruosa con el hombre

en la certidumbre de su universo

en lo que solo ella dice y otros tocamos

en la nada que prevalece cuando callamos y morimos para ella

para que sea un volcán en medio de la tierra,

para orogenias y conjeturas apenas con su silencio

cadáver es el mundo y no la poesía

artefacto es el ordenador y no la poesía

bendita en lo campestre y en lo náutico en la pendiente y en la cima

porque no soy un objeto

porque lo que desconozco tiene temple de acero y ramas de cerezo

porque hay identidad que es la de un hombre en blanco.

porque hay manos que alistan un animal friolento

porque hay identidad que es la de un hombre en blanco

para ser habitado por la trama y la pirotecnia

por el amor edificado en lo aparente

por la sensación de no saber quién se es y a quién se mira

entonces el legado de lo fragmentario y la sinrazón en espera en sala de espera

de no saberse

de no sentirse

de no tocarse

de no adentrarse

de no ser uno con nada

porque un objeto no tiene cura porque se desecha

y no es válida la esperanza

solamente todos quienes adentro quedan

adentro como en el ayuno más pobre

en la flacidez del cuerpo y de la razón

porque no soy un objeto

porque la poesía no es el catalejo sino el horizonte al que aproxima

porque al fin la poesía está en su lugar

porque tiene la identidad de un hombre en blanco…

y la longevidad de la arañas

que trepan al cielo de Berlín al techo de Manhattan al trole de Quito al faro de Guayaquil

a la misericordia de las catedrales,

a las últimas cabezas de los cheyenes,

muerden la arena

pudren todas las habitaciones de Buenos Aires

porque no son un objeto

porque al fin la poesía está en su lugar

y ahora llora Chet Baker y todos somos una inmensa lágrima

tan antigua como el agua.

tan tupida como los lamentos dentro de un piano

do re fa si mi do la sol

fa mi do re la

son criaturas violentas

que no son un objeto

apenas una pedrada a la sien de los caníbales del mundo

porque al fin la poesía está en su lugar.

DOBLEZ

Es delgado el día en que caminamos,

Afuera de nuestras vidas hay expiación de un universo encantado.

Ya doblaremos el cielo para entendernos.

Somos una miga de pan en la caldera de lo infinito

Repitiéndonos constantemente en la ciega mutación de la arena.

Caemos entre las manos y nos diluimos hacia otras vidas

Que habrán de esperarnos.

DIACRÓPOLIS

Hay ciudades que nos persiguen siempre, efluvios de ciudades en las que alguien pronuncia nuestro nombre en la raíz del medio día. En un camino sobre el que suenan las campanas de una iglesia llena de forasteros, en la que tantas veces habrá rezado el olvido, la plegaria del cielo extraño, la plegaria sudamericana. Los callejones con libros desparramados y gente/

gente/

gente/

haciendo malabares, perdiendo el pulso en el semáforo eterno de ansiedades. Hay ciudades que miran siempre hacia la misma estrella para alimentar a sus lobos con luz, para amedrentar la opacidad del domingo que es tan móvil como la infancia relegada al nunca más, allá donde sigue el espeso atuendo de los cielos compartidos, la noche que se mece con flores lejanas para la niña que nunca crece, para la niña con su flauta dulce que interpretaba la melodía del fin del mundo que no era otra cosa que la ciudad líquida al otro lado de las montañas. La ciudad del río, de la antigua piratería, de los fuertes doblegados a la orilla. Un profeta siempre emerge de la loza que se funde en lo que sería, un gran circo, un celeste ausente que viaja de ciudad en ciudad para confundirse entre vendedores ambulantes, y volver con la sombra a cuestas, con un rosario de tickets en el morral, con la garganta seca y la piel agrietada, porque a través de ella hablarán todos los niños.

*Curaduría por Víctor Vimos y Manuel Ramos van Dick